Decía Clive Lewis que la valentía no es una virtud, sino todas las virtudes en su punto de prueba. Con ello quería señalar que un virtuoso que cede por miedo o para evitar el riesgo no es virtuoso en modo alguno. De la misma forma, podríamos decir que la objeción de conciencia no es un derecho humano, sino cualquier derecho humano en su punto de prueba. En efecto, si la ley se sitúa sobre la conciencia, sin posibilidad de escapatoria, entonces la conciencia no vive en una democracia, sino en una prisión.

En Colombia han sido los jueces de la Corte Constitucional los que han introducido el aborto en el país, sin que el reelecto Álvaro Uribe juegue a don Tancredo o más bien al ni quito ni pongo rey, pero ayudo a mi señor: deja hacer a los señores magistrados.

Y los señores magistrados han decidido que ningún hospital colombiano puede negarse a realizar abortos a pesar de que el aborto no está legalizado en Colombia- y que, además, la objeción de conciencia del personal médico aplicará según y como. Por ejemplo : para negarse a aguijonear o aspirar al no nacido a un médico no le basta con alegar objeción de conciencia. Por el contrario, deberá justificar su lamentable actitud ante un tribunal médico que, naturalmente, recibe el apelativo de Tribunal Ético. Lo que no deja de ser una buena idea. Es como si se crearan tribunales para asesinos en serie en los cuales éstos tuvieran que justificar por qué renuncian a un trabajo bien remunerado.

Visto lo cual, uno empieza a comprender el planteamiento jurisdiccional de la guerrilla colombiana FARC, que no necesita leyes para controlar una cuarta parte de Colombia, lo que necesita son metralletas.

Eulogio López