En determinados foros de Internet, y en buena parte de la Iglesia española, existe un curioso lío o nudo gordiano acerca del fascismo y cristianismo o de derecha y cristianismo. Como la progresía zapateril azuza el fuego, la confusión crece. Por ejemplo, buena parte de estos foristas, así como de lectores de Hispanidad, considera que el abajo firmante no puede ser cristiano y de izquierdas, o que no puede defender la vida y arremeter contra el fascismo y la extrema derecha, o simplemente no puede ser sensato y solicita la apertura indiscriminada de fronteras a la inmigración. Si incurres en cualquiera de estos graves crímenes eres un hipócrita, un traidor, un insensato o, en el mejor de los casos, un personaje políticamente correcto, cobardón, pusilánime, además de taimado. Con un curioso epílogo : al parecer, nadie, absolutamente nadie, ni uno solo de los críticos está integrado en eso que llaman extrema derecha.

Hablo de un magma de confusión entre cristianismo y derecha política que sobrevive incluso a la muerte de la ideología moderna más relacionada con la Iglesia -la Democracia Cristiana- y a la confusión total que, en el mundo actual, existe entre derecha o izquierda políticas. Unas preguntitas previas: ¿quién es más capitalista hoy en España, el PP o el PSOE? Y en Estados Unidos, ¿los republicanos o los demócratas? China, la mayor tiranía comunista: ¿no tiene acaso un proyecto económico y social repugnantemente capitalista?

Pero volvamos a la confusión entre derecha y cristianismo. El precitado magma viene representado por cartas como la que me envía Alejandro de Vicente. Y es uno de los mejores testimonios que hemos recibido, por conciso y por respetuoso. Se puede extractar en las siguientes palabras del remitente: En esta ocasión me sorprende y le felicito al mismo tiempo que, por primera vez no vapulee a Falange y reconozca, no obstante, sus valores en defensa de España, la Hispanidad y la Cristiandad de forma implícita. Creo que ya han debido quedar lejos los tiempos en los que la leyenda negra azul ha dejado a todo el que olía a falangista en una posición de etarra. Si algo tenemos claro ahora es que el comportamiento de los movimientos tradicionalistas) es intachable y, al mismo tiempo, sometido a una tortura antidemocrática desde el principio de la Transición Española en pro de los anti-vida, anti-España, anti-historia, anti-sistema y anti-todo.

La carta de d. Alejandro es una respuesta a mi enorme minucia del pasado viernes 6, donde se hablaba de la posible unión, no de la extrema derecha española, aunque así le digan, sino de aquellos españoles que, al igual que ocurre en otros países, están hartos de votar a una derecha cada día más alejada de los valores cristianos cuando no claramente enfrentada a ellos. Con una diferencia: todos sabemos del anticristianismo de la izquierda clásica, pero no de la derecha, a la que se presumía una cercanía a los principios cristianos. Dicho de otra forma: hay miles, quizás millones, de españoles, hasta el gorro de votar al Partido Popular como eterno mal menor. Y al ser humano no le molestan los adversarios, lo que le molestan son los traidores.

Y ahora vamos con La Falange. Vamos a ver: si no le vapuleado a la Falange ha sido por falta de tiempo. Y es que la Falange española, al igual que el Franquismo, y por ende la II República, reposa intelectualmente sobre un cómodo equívoco, sobe un colchón ambiguo, que tiene que ver con las raíces cristianas de España, que sólo niegan dos tipos de personas: los ciegos y los sordos. Lo plantearé de otra manera. ¿En qué se diferencia la Falange española del fascismo italiano, en el que, además, se inspira? En que los falangistas españoles tenían esa impronta cristiana. De hecho, eran cristianos, mientras entre los fascistas no digamos nada entre los nazis- los paganos eran mayoría. Por las mismas: ¿En que se diferencia el régimen del ex socialista Mussolini y el implantado en España por el general Franco? En que el Franquismo tenía impronta cristiana y el Régimen Mussolini no. Si el parangón lo establecemos con el III Reich entonces la diferencia resulta aún más clara. Es, insisto, la misma confusión acerca de la II República. ¿Fue la II República una Democracia? Formalmente sí, de la misma forma que el Franquismo fue una dictadura. Lo que ocurre es que la II República degeneró desde el mismísimo 14 de abril de 1931 en una resolución anticristiana mientras el Franquismo tenía una base sociológica católica, que dulcificaba las aristas fascistas del Régimen. Franco no ganó la guerra por asumir ningún planteamiento ideológico fascista: la ganó porque los católicos se apuntaron a sus filas al sentirse agraviados, cuando no asesinados, por la muy demócrata II República. Y es lógico : para un cristiano, también para muchos malos cristianos, entre los que me apunto, lo primero es Cristo, y en segundo lugar, muy en segundo lugar, la democracia. Si ésta atenta contra Cristo, que le vayan dando por donde amargan los pepinos. Por las mismas, la Falange española (o las falanges) ha sido, e incluso es, un fascismo muy especial por la sencilla razón de que muchos falangistas eran y son cristianos coherentes y sinceros. De otra forma, la Falange se habría convertido en el mismo adefesio del fascio italiano (insisto, del nazismo mejor no hablar), su paganismo, su violencia estúpida, su machismo (aquí sí, aquí se hace necesario el término y su obsesión por una justicia social sin libertad, espectacular contradicción que los teóricos falangistas nunca han conseguido aclarar). Recuerdo a un compañero de estudios falangista, allá en mi Oviedo natal, que personificaba todo lo anterior. En verdad que me quedaba estábamos en la primerísima transición, con los comunistas recién salidos del horno.

Pero hay más. El fascismo, y sobre todo las tendencias fascistas, han sobrevivido, a pesar de la caída de la Falange. Lo que ocurre es que han asumido otros ropajes, curiosamente capitalistas, aunque aquellos se llamen liberales (aunque la doctrina falangista siempre ha sido tan antiliberal como anticapitalista). Insisto, no me gusta nada la definición tópica de que el fascismo es la dictadura de las clases medias, entre otras cosas porque el proletario se ha convertido en clase media. No, el fascismo es la deificación de la patria. En los precitados foros, se me acusa de tener miedo a pronunciar el nombre de España. De eso nada. Estoy muy orgulloso de ser español. Lo que ocurre es que me niego a deificar la patria. Con el Estatut catalán y demás majaderías de ZP hemos visto un resurgir del fascismo en española, disfrazado -qué cosas- de liberalismo. Me aburre, créanme, hablar del problema COPE (doctores tiene la Iglesia que deberán poner solución) y del caso Federico Jiménez Losantos, pero es un ejemplo espléndido de este nuevo fascismo, que no es sino el fascismo de siempre: un señor que se confiesa agnóstico, al que la doctrina cristiana importa un pimiento, que incluso la ridiculiza en cuanto tiene ocasión, se ha convertido en maestro de cristianos porque defienden la unidad de España. Habría que preguntarse: ¿de qué España? Estos fascistas utilizan a la Iglesia para medrar, confunden sus intereses nobles o espurios-, con el Magisterio y acaban por convertir a Pedro J. Ramírez en el referente moral de la cadena de los obispos que tiene bemoles, la copla. Losantos y Ramírez braman contra la extrema derecha en nombre de un liberalismo que no es más que capitalismo, mientras excitan el fascismo más primario y peligroso. Como decía Losantos en un momento de arrebato patriótico : ¿Puede haber algo más hermoso que dar la vida por España y la libertad? Y reparen en que el sacrificio vital de don Federico tiene mucho más valor que el suyo o el mío : dado que si pierde su vida por España también perderá su salario de 1,2 millones de euros más participación en beneficios, más blindaje, que le pagan los curas, quienes, como todo el mundo sabe, son gente poco liberal. Seguramente, su admirado Manuel Azaña también se hubiera mostrado dispuesto a ofrendar su vida por España mientras contemplaba como ardían los conventos de Madrid. Y aquí vuelve la sublime paradoja: soy yo, el mismo que califica estas actitudes como neofascismo, quien defiendo la democracia como el mejor sistema de Gobierno posible pero que, de vivir en 1936, sin duda alguna, me hubiera apuntado a la rebelión militar de los generales Mola, Franco y compañía, la mayoría de los cuales no se caracterizaba por ser píos católicos.

La confusión entre derecha y cristianismo prosigue con el concepto de Hispanidad, al que también hace referencia don Alejandro de Vicente. Pero hombre, si la Hispanidad fue la mejor colonización que haya existido en la historia fue, precisamente, gracias a la influencia de la Iglesia. Los anglosajones, así como el nuevo populismo indigenista pura demagogia de izquierdas-, nos acusan a los españoles de haber exportado curas. Pues menos mal que así fue. Fueron los curas los que evitaron el exterminio de indígenas llevado a cabo por los anglosajones, que no colonizaron nada, sino que suplantaron a un pueblo por otro : borraron a los aborígenes y se colocaron ellos. A eso, le llamamos hoy modernidad. Pero se lo aseguro, don Alejandro, la Falange no tuvo mérito alguno en ello. En cualquier caso, desde Ramiro de Maeztu hasta aquí, no me atrevo ni a hablar de ello : lo que hay que hacer es leerse Defensa de la Hispanidad. Con este libro se comprende el mundo hispano y, de paso, por el mimo precio, se comprenden las raíces de España, que no son otras que las raíces cristianas. Yo soy patriota de una España cristiana, no de una España unida. Y no se preocupe: si España sigue siendo cristiana seguirá unida, pero no por unida ha de ser necesariamente cristiana.

Por último, el racismo. A la Falange, y a muchos grupos de derecha o extrema derecha, y a muchos liberales, y a muchos socialistas, les falta el espíritu del Codicilo de Isabel la Católica, a la que, creo, nadie se atreverá a tildar de antipatriota o antiespañola (¿quizás por su apellido católico?). Aquella reina, por católica, que no por española, exigía que los indios fueran tratados como lo que son: hijos de Dios. Que se respetaran su personalidad, sus libertades y sus propiedades. Si viviera hoy, en un mundo global, estoy seguro de que no cerraría las fronteras, aunque sí se aseguraría de que los recién llegados respetaran las características de la sociedad que les acoge: especialmente, la fe cristiana, que es la que ha hecho a España. No al revés. La inmigración debería ser lo mismo que la colonización y evangelización de América, sólo que en dirección contraria.

Que no, que el mundo ya no se divide en derechas e izquierda. Se divide entre cristianos y progres (también podríamos decir entre cristianos y cristófobos). Sospecho que siempre ha sido así, pero la nomenclatura actual exige estos términos. Verbigracia. Un racista no puede ser cristiano, y un cristiano puede ser de izquierdas, si por ello entendemos el deseo de una mayor justicia social.

Y todo lo demás son pájaros y flores.

Eulogio López