Esta semana toma posesión Rodrigo Rato como presidente de Caja Madrid. Las expectativas son muchas. En primer lugar, por conocer quién le acompañará en la aventura. De momento, Juan Costa, hace los deberes y se empeña en pelotearle hasta el cansancio. Como dice el adagio: cuando creas que el elogio roza lo nauseabundo, sigue elogiando. Pues Costa, erre que erre.
En segundo lugar, le toca gestionar una caja relativamente limpiada. Que si las preferentes por aquí, que si la acumulación de hipotecas a inmigrantes (cerca de un tercio en los últimos años), que si las operaciones con 'hedge funds' por acullá.
Pero lo que tiene más morbo es la cuestión corporativa. Todos los escenarios están abiertos. Escenario modesto: engullir a CajaSegovia y Caja Avila. Escenario intermedio: fusión de Caja Galicia y si se deja, Caja de Ahorros del Mediterráneo. Montoro aplaude y MAFO también porque la fusión interregional le hace independiente de todos los gobiernos regionales. Tercer escenario: el acabóse, la fusión con La Caixa. Escenario no descartable, aunque mucho más difícil. ¿La clave? Isidro Fainé.
Pues bien, Rato ha estado todo el fin de semana con altos dirigentes de empresas y responsables de cosas económicas. Dirigía un curso de economía, pero a nadie se le ha ocurrido sacar el tema. A nadie, salvo a Jordi Sevilla, que en tono de humor le ha advertido a Rato: Y ahora a ver qué haces porque yo tengo mi dinero en Caja Madrid. Risas en la sala en donde estaba el citado Juan Costa, Elvira Rodríguez y varios diputados del PP; PSOE y CiU.
