La organización terrorista ETA apuesta por el sellado de sus zulos, pero aplaza su desarme y su disolución hasta después de las elecciones legislativas, según la información publicada hoy lunes por El País.

La sorpresa es doble. Por un lado, si la banda toma esa decisión dentro de un año, pero la hace depender, como explica Aizpeolea, de "un cambio en la relación de fuerzas tras esas elecciones", quiere decir, lisa y llanamente, que si esa relación no cambia seguirá erre que erre aunque no mate. El motivo dado vale tanto para una cosa como para su contraria.

La otra cara de la sorpresa es que en el pueblo vizcaíno de Sopelana se han quemado esta noche nueve contenedores con la misma rabia que se quemaron en septiembre varios autobuses. Son los renglones torcidos de Batasuna y la mejor prueba de la ruptura de la izquierda abertzale. No, ETA sólo acabará cuando se disuelva definitivamente.

Hispanidad

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