Por la burbuja tecnológica, es decir, por la especulación, los mercados bursátiles se cayeron allá por el año 2000 e inauguraron una era de derrumbe bursátil. Tanto el SP 500 neoyorquino como el Ibex 35 del parqué madrileño (y algo parecido podría decirse del resto de las bolsas mundiales, que siempre suben y bajan al compás) perdieron un 40% hasta marzo de 2003, donde comenzó el remonte. Nunca volvieron a los niveles de 2.000, naturalmente, y en el mejor de los casos consiguieron remontar un 28% (tanto en Wall Street como en la madrileña Plaza de la Lealtad). Y ahora, justo en mayo de 2004, tras un año de bonanza, empieza a fastidiarse la cuestión. Es más, estamos como en enero, al comenzar este ejercicio.

 

Lo primero que aducen muchos analistas es que la Bolsa está ahora donde debe estar. Lo segundo es que todo cambiará si el petróleo sigue subiendo, si los tipos de interés, tras una época que pasará a la historia por los tipos bajos, remontan y si el señor George Bush pierde las elecciones de noviembre.

 

El petróleo afecta, sobre todo, a Europa y Japón. Mientras los chinos casi duplican la energía hidráulica mundial con la gigantesca obra de las tres gargantas, para depender menos del petróleo, y mientras Bush intenta hacer lo mismo retomando la energía nuclear, la OPEP continúa cebándose con quien puede: con la vieja Europa, que continúa negándose a reabrir la era nuclear y no tiene otra alternativa que seguir comprando crudo y, ahora, gas.

 

Por cierto, la guerra de Iraq no les ha sentado mal a las bolsas: les ha sentado muy bien. Con la guerra comenzó la remontada. Al parecer, lo que a las bolsas les sienta mal es que Bush pierda la postguerra, el prestigio, y las elecciones. Pero, quizás, sólo se trata de una coincidencia. ¿Quién cree en las coincidencias?

 

Y para que quede clara la relación entre política y economía, y entre el resurgir de los ultranacionalismos y la evolución de los mercados, la Bolsa de Bombay ha logrado que Sonia Ghandi renuncie a ser la primera ministra de la India, a pesar de haber ganado las elecciones democráticamente. Para los bolsistas hindúes, tenía dos gravísimos defectos: era italiana y era mujer. A través de la Bolsa han logrado su destitución.