Ya conocen mis distintos niveles de estupidez. Primer nivel: sólo hay alguien más tonto que un obrero de derechas, un hombre feminista. Segundo nivel: sólo hay algo más tonto que un obrero de derechas: un hombre feminista.

Tercer nivel: sólo hay algo más tonto que un varón feminista: un cura progre. Y quien dice cura puede decir un seglar católico. O sea, que nada hay más tonto que un católico de base.

Los curas progres y los curas rebotados o seminaristas arrepentidos anidan en la prensa española, en especial en El Mundo y en El País.

Contaba servidor que este último diario ha dedicado recientemente dos páginas a la Iglesia de base, esto es, el pueblo de Dios zaherido por la jerarquía. Primero nos cuentan sus nobles objetivos. Escasa originalidad: que la Iglesia bendiga el aborto, entronice el sacerdocio femenino, elección democrática de los curas, homosexualidad, venta de templos y catedrales (no sé a quién) y las acostumbradas monsergas sobre el pacifismo y la desacralización y la integración plena en Stop Desahucios. Esa es, según el autor, la Iglesia popular, la de verdad, la que se enfrenta a cardenales gordos y opresivos. Es decir, a la curia. Pues bien, resulta que la Iglesia de base, según El País, fuente fiable en la materia, compuesta por grupúsculos que, en el conjunto de Madrid (6 millones de residentes, el 75% se dicen católicos) alcanzan, si la calculadora no me falla, los 750 miembros.

Pero hoy quiero añadir algo más. No sólo es una cuestión de cantidad. Es que esta Iglesia popular, tan preocupada por los menesterosos, al menos en sus soflamas ante el reportero, se vuelve tremendamente feroz cuando alguien pretende, no hablar de los excluidos, sino arremangarse para ayudar al excluido.

Me cuenta un párroco del Ensanche de Vallecas que los progres se niegan a que las Misioneras de la Caridad de la Madre Teresa operen en la zona. Y es que las discípulas de Madre Teresa dan su vida por los más miserables, pero también por Cristo. Vamos, que rezan demasiado, y claro, son un mal ejemplo para la Iglesia de base.

Iglesia que, de entrar en política, obtendría muy pocos votos y sería rechazada por el conjunto de la sociedad, sobre todo por su afición a predicar -prédica laica, naturalmente- pero no dar trigo, así como a excogitar sus soflamas sobre unos pobres que lo que quieren es lo contario de lo que pretende esta Iglesia popular de base con muy poca base popular: salir de la miseria económica y espiritual. Y lo que la Iglesia popular quiere es que permanezcan en ellos para poder justificar su innecesaria existencia.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com