Tiene toda la razón el alcalde de Madrid. Alberto Ruiz Gallardón asegura que un Tea Party sería malo para el PP y para España. Está claro que para el PP lo sería, y mucho. Le obligaría a regenerarse de su actual tibieza, y a los tibios no les gusta la regeneración.

Aunque la verdad, el temor del centro reformismo a un resurgir del voto cristiano o voto en valores, constituye un espectáculo gratificante.

Gallardón ha ido más lejos que Aznar, cuando aseguraba que un té español estaría condenado al fracaso. Galla asegura que no: que simplemente es malo, muy malo.

Está ocurriendo algo muy curioso en el universo pepero. El asesor Arriola, y ahora el asesor Gallardón, le soplan al oído al líder Rajoy que lo que tiene que hacer es no hacer nada. Debe ganar por los errores del contrario, no por méritos propios. Y como el adversario es un desastre, no hay más que sentarse a la puerta y ver pasar el cadáver del enemigo.

Porque, a todo esto, ¿qué es el Tea Party? Ya he dicho que uno de los viñetistas por descubrir en España es Borja Montoro, habitual de La Razón. Su chiste de días atrás merece ser re-visto. En efecto, da envidia el tea party de Estados Unidos, Sarah Palin ha sacado de la democracia la calle. El objetivo de doña Sarah apunta directamente contra la partitocracia de la que habla Montoro es su viñeta. Y eso, a pesar de que Estados Unidos es mucho menos partitocrático que, por ejemplo, España. No sólo por la libertad de voto de congresistas y senadores sino porque, encima, los partidos no reciben subvenciones públicas en USA.  

En cualquier caso, a Palin se la odia porque la ex gobernadora de Alaska ha decidido pasa por encima de las instituciones para dirigirse al pueblo, lo cual es muy de agradecer.

Es decir, a Palin le odia el sistema de partidos, no sólo los demócratas, sino también los republicanos, porque, además de enfrentarse a los aparatos, a los políticos profesionales, por la segunda de sus notas distintivas: defiende los valores cristianos, los principios no negociables de Benedicto XVI: vida, familia, libertad de enseñanza y bien común. Si me apuran, yo diría que la odian por ser una política de éxito tras haber tenido cinco hijos oiga y con el mismo esposo. Es lógico, la progresía no odia el capitalismo porque a los progres les encanta el dinero: odia a Cristo.

Por eso, y a pesar que los resultados electorales de las legislativas estadounidenses, tan beneficioso para los republicanos, se deben en buena parte a Palin, su partido ya la crucifica con la misma obsesión como los multimedia de Obama.

Hasta el propio George Bush ha vuelto a hablar para asegurar, con su proverbial tino político, decir que no cree que  Sarah Palin pueda ser presidenta de los Estados Unidos. Precisamente el hombre que comenzó la injusta guerra de Irak y que abordó la crisis financiera más gorda de la historia, la crisis de la especulación, obligando a todos los norteamericanos a apoyar a los especuladores culpables. A George le ocurre lo mismo que Albertín: confunden sus deseos con la realidad.

No sólo eso: el ideólogo de Bush, el mayor hortera de la política americana, Karl Rove, se ha tomado como obsesión parar a Palin. No es para menos: los conservaduros que no son los palinianos sino los neocon que apoyaron al desastre John McCain-, son los más injuriosos con Palin. No soportan que les ridiculizara al pretender apartarse y demasiado disciplinada fue- de las tonterías de McCain sobre la crisis nacida en la campaña, que perdió las elecciones por su estúpido apoyo de Wall Street y por su postura tibia en el derecho de los derechos, en la madre de todas las libertades: el derecho a la vida.

Este personaje no se ha dado cuenta de que Barack Obama no representaba un programa sino un modo de vida: el del Nuevo Orden Mundial (NOM) empotrado en la Casa Blanca. Por eso, siempre he dicho que yo también deseo un negro en la Presidencia de los Estados Unidos, pero no éste. Dicho de otra forma, Palin no se enfrenta a un presidente, a un partido o un programa política, sino al Nuevo Orden al discurso cultural imperante, tan homicida como liberticida.

Insisto en que no creo que Palin sea la próxima presidenta republicana de los Estados Unidos. Los revolucionarios siempre han sido víctimas de la revolución, que devora a sus propios hijos y han comenzado procesos que no han podido terminar. Además, Mike Huckabee puede ser un buen candidato a la Presidencia. Huckabee no ha elegido el contacto directo con el pueblo, se ha quedado a medio camino. En concreto, ha abandonado la actividad de político profesional para hacer política desde los medios. No es tan elogioso pero, al menos, se ha alejado de la casta política del sistema, que amenaza con pasar de casta a mafia. Pero, en cualquier caso, es la que está moralizando, por tanto, dignificando, la política en USA y desde la primera potencia mundial, en el mundo entero.

España, por ejemplo, necesita una Palin cuanto antes, un personaje independiente que sacuda la modorra democrática, que inicie la revolución, no para terminar con la democracia, sino para refundarla y para regenerar la vida pública porque una democracia sin derecho a la vida y sin una  familia sólida, esa célula de resistencia a la opresión está viendo cómo se reduce la libertad. Y el hombre, animal racional, o es libre o no es nada. Libre por su dignidad, libre frente al Estado, libre frente a los poderes económicos, libre frente al pensamiento único, tantas veces, ¡ay!, canalizado alrededor de los medios informativos y libre para levantar su vista hacia el Creador. Eso sí constituiría la regeneración policía y social de España.

Por supuesto que Gallardón no desea un tea party en España. No me extraña lo que se dice nada. Podría poner al descubierto sus vergüenzas y las del PP.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com