Hace una semana, el Parlamento Europeo condenó el giro de la política exterior europea respecto a Cuba. Como es sabido, dicho giro obedece a la presión española, cuya autoridad en relación a los temas hispanoamericanos es todavía reconocida por los estados miembros. Además de descongelar las relaciones diplomáticas, la UE decidió dejar en suspenso el bloqueo acordado al régimen cubano y los gestos públicos de apoyo a la disidencia.

Aunque es verdad que desde entonces se han producido 14 excarcelaciones -entre ellas las del poeta Raúl Rivero, columnista hoy del diario El Mundo- también es verdad que en paralelo se han producido 20 nuevas encarcelaciones. Es decir, el régimen lejos de suavizarse, se ha endurecido. Puede que esta fuera la razón por la que los países europeo miembros de la comisión de Derechos Humanos de la ONU decidieran recientemente censurar las violaciones de los derechos humanos en la isla. Esta censura provocó las iras del dictador que se quedó a gusto arremetiendo contra la UE.

Pero Castro es capaz de arremeter verbalmente y negociar con la otra mejilla. Su empeño consiste en lograr un acuerdo comercial con la UE que no tenga en cuenta la tradicional cláusula democrática. Es decir, que permitiera abrir las relaciones comerciales mirando para otro lado en lo que a derechos humanos se refiere. El Parlamento europeo alerta de este agujero que pondría en solfa la credibilidad europea. Y lo hace a propuesta del Partido Popular Europeo.

Y en estas llega el presidente de la Xunta de Galicia, Manuel Fraga, y recibe hoy viernes al hermano del dictador, Raúl Castro, ministro del Ejército, Secretario del Consejo Cubano y -según todas las fuentes consultadas- el sucesor natural de Fidel Castro. Un encuentro natural, que contradice la posición del PP en el Parlamento Europeo y las críticas que desde el PP se han dirigido al gobierno por preparar una visita a Cuba.

Desde la Asociación Española Cuba en Transición, se pide que Fraga exija a menos al hermano del dictador que cumpla con la exigencia de los derechos humanos. Además de la ausencia de libertad política, los trabajadores cubanos tiene negada la libertad laboral a pesar de que Cuba forma parte de la OIT: el Estado retiene el 95% de sus salarios, carecen del derecho de sindicación, son obligados a espiar a los turistas y no pueden decidir sobre su puesto de trabajo. O sea, todo menos una visita oportuna. Por muchos gallegos que pudieran vivir en la isla y pudieran participar en los próximos comicios gallegos.