Lo único que pretendía la presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre con el veto a Fernando Fernández Tapias, Fefé como presidente de la Cámara de Comercio de Madrid era propinar un sonoro bofetón a su correligionario y sin embargo enemigo, Alberto Ruiz Gallardón. Lo hizo a través de la patronal madrileña, CEIM, cuyo presidente, Gerardo Díaz, con mucho gusto le clavó una puñalada en la espalda, a su amigo de toda la vida.

Tal cosa ocurría a última hora de la mañana y Aguirre se marchó a Israel muy contenta. Lo que no podía sospechar la presidenta era que, esa misma tarde, Gerardo Frankenstein Diaz convocara una reunión imprevista y decidiera, ante el clamor popular, que si Fefé no iba a ser el candidato de la patronal madrileña lo sería él mismo. Naturalmente, lo hizo por puro sentido de la responsabilidad.

Claro que esto no era lo previsto por Esperanza, entre otras cosas, porque simultanear la presidencia de una entidad privada como la patronal CEIM con la presidencia de una Corporación de Derecho Público como es la Cámara de Comercio de Madrid puede resultar un poco ilegal y un mucho ilegítimo.

Y ahora, ¿qué vas a hacer, Esperanza?