Menudo gol le han metido a mi querido semanario Época, ahora propiedad de Intereconomía. Suplemento especial (del número 1.170) sobre I D. En portada, parece la "bioquímica internacionalmente reconocida" Margarita Salas, miembro de la Real Academia Española de la Lengua, con acompañamiento de entrevista dulce a la susodicha, cuyos méritos investigativos no pongo en duda -pues no tengo la menor duda de que no me gustan, y luego diré por qué- pero que se ha convertido en una de las más avezadas machaca-embriones humanos que haya podido surgir en la vieja Iberia. A Época, sólo el ha faltado calificarla como "prestigiosa científica", la clave de la progresía para estos casos, o sea, un PC.

Doña Margarita es de las que considera que un embrión no es una persona, sino un conjunto de células y, por lo tanto, el embrión no deja de ser algo muy similar a una rata de laboratorio, con la que se pueda "experimentar". Ya no es un quién, sino un que. La raíz de tan asombrosa y muy poco científica conclusión, creo que estriba en que el embrión no tiene apariencia de humano adulto y en que es muy pequeñito: apenas un "conjunto de células". Es la misma razón por la que deberíamos despreciar los escasos gramos de uranio que pueden provocar una explosión nuclear -su apariencia nada tiene que ver con el hongo atómico- o por la que la enanísima Teresa de Calcuta no nos puede imponer el mismo respeto que, pongamos por caso, Cassius Clay, quien al menos pesaba cuatro veces más que la diminuta kosovar. Pero es igual. En este punto, tan esclavo de las apariencias es un analfabeto como un PC: si los embriones tienen aspecto de "un conjunto de células", es porque son un conjunto de células.

Una vez instalado el principio del "conjunto de células", por PC's de la talla de Margarita Salas, nació la masacre de seres humanos pequeñitos, ante la que Benedicto XVI tuvo que exclamar: "Dios ama al embrión".

Los galardones y reconocimientos son misiles ideológicos lanzados contra el adversario, por una sencilla razón: en el duelo ideológico sobre cuestiones abstrusas, hay que contar con la figura del "experto". Como casi nadie conoce los pormenores de la investigación científica, el asunto estriba en decidir a quién se otorga la categoría de experto, en este caso, de PC. Al mismísimo Hitler se le perdonarían los campos de exterminio si su fiel Goebbels, en lugar de dedicarse a despotricar contra los curas y los comunistas, hubiese convertido a Hitler en un PC, un afamado científico que recluía a los judíos en los campos con motivos terapéuticos, para poder curar enfermedades terribles.

Por cierto, tal y como algunos llevamos repitiendo unos cuantos años, la bestial manipulación de embriones humanos no ha servido para curar nada. Por el contrario, la alternativa cristiana, y natural, la utilización de células totipotentes adultas, que no matan a nadie, sí que han servido. El desguace de embriones sólo ha beneficiado a algunos PC, entre los que se cuenta Margarita Salas, y nuestro querido ministro de Sanidad, un tal Bernat Soria. Pertinente cita, porque don Bernat le ha sacado los cuartos a muchos organismos públicos, pero sobre todo a la Junta de Andalucía, que preside el socialista Manuel Chaves. Y sólo por casualidad, qué cosas, el primer anuncio que aparece en la separata de Época -Grupo Intereconomía- es… la Junta de Andalucía, financiadora del Centro de biogenética de Sevilla, porque "la investigación también es parte de Andalucía".

Hablando de resultados, cuando en la entrevista se pregunta a la académica PC si alguna de sus investigaciones han tenido aplicación práctica responde que sí. Dice, por ejemplo -y conste que para esto no necesitó matar embrión alguno- que "desarrollamos una proteína, la ADN-polimerasas, extraídos de un cabello, de la saliva o de un trozo de piel… Tiene aplicaciones, por ejemplo, para los médicos forenses".

Y es muy cierto, por el momento, la ingeniería genética no ha servido para curar ni un resfriado pero, eso sí, hemos avanzado mucho en la identificación genética del ser humano. O sea que, por una parte, hemos matado embriones a mansalva y, por otra, a los embriones que han conseguido desarrollarse sin que nadie interrumpiera su desarrollo, es decir, a usted y a mí. El Estado cada vez nos tiene más fichados, y la utilización de la identidad genética comienza a ser una de las mejores armas de la policía y uno de los mayores peligros para la libertad y la privacidad individuales.

¿Comprenden? La tiranía del futuro se hará en nombre de nuestra salud y de nuestra seguridad. Invocando tales principios, y de un modo muy, muy progresista, nada menos que en nombre de la ciencia, los PC preparan una tiranía que ríase usted de los nazis.

Sólo que en Intereconomía no se han enterado. Están obnubilados con la PC

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com