Se ilusionan con Obama pero no confían en Obama

Desde Nueva York, un lector me dice que no puede votar a un hombre senil, decrépito y que no se fía de Obama: ergo no va a votar.

El voto judío -aproximadamente un 5% del total, pero muy ilustrativo- viene a decir lo mismo sólo que de otra forma. Históricamente tres cuartas partes de los judíos votan demócrata y sólo el 25% republicano. Esta vez, las encuestas entre la influyente comunidad judía norteamericana hablan de un 67% a favor del senador Obama, pero con un porcentaje de indecisos nunca visto, que supera el 25%. Y eso que si en algo coinciden siempre los candidatos norteamericanos, y estas elecciones no son una excepción, es en juramentarse sobre la defensa de Israel, la única democracia de Oriente Próximo (medio, para los americanos). Ciertamente es la única democracia de la zona, y del pequeño Estado hebreo depende muchas cosas.

En definitiva, lo que quiero decir es que ni los partidarios de Obama se fían de Obama. El senador negro ofrece un halo romántico, pero no confianza. No sólo porque no les proporcione -como los neocon dicen de Bush- seguridad física. Todos saben que, cuando llegue a presidente, el pacifista Obama se convertirá en el belicista presidente que asume su responsabilidad en estos momentos difíciles. Y no lo duden: todos los momentos son difíciles.

Lo que ocurre es que no se fían de él. Le consideran un tipo vacío, como le recordara Sarah Palin y antes Hillary Cinton. Es lo malo de los retóricos: cuesta saber cómo son realmente. Y lo único que tiene que inspirar un líder político es confianza.

Un periodista español que sigue las elecciones norteamericanas me dice que Obama le recuerda a Zapatero. Es verdad, ambos son dos globos llenos de humo y el poco espacio que deja el humo lo rellena el resentimiento. Son dos de esos personajes que viven del pasado. ZP quiere que su abuelo gane la Guerra Civil que perdió en 1939 y Obama pretende que se le amortice en su persona toda la marginación sufrida por los afroamericanos en EEUU durante décadas.

En condiciones normales, por tanto, McCain arrasaría. Sin embargo, corre el riesgo de perder por goleada.

La apariencia senil de McCain no está ayudando nada. Su deterioro físico es evidente y entre el electorado cunde la idea de que no podría ejercer su cargo durante mucho tiempo. En mi opinión eso sería genial, porque llegaría al poder el personaje más sólido del cuarteto en liza: Sarah Palin. Ella sí que sería una barrera contra la marea que está convirtiendo a Estados Unidos en un país con valores progresistas, o sea un país donde lo único que importan son los valores bursátiles.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com