Los antivalores de Obama

Barack Obama ha recordado a su abuela recién fallecida, y la ha identificado como la mujer que le enseñó los valores que defiende. Ahora bien, ¿de qué principios hablamos? El candidato demócrata practica una verdadera subversión de valores, algo parecido a la blasfemia contra el Espíritu Santo, es decir atribuir al demonio las obras de Dios.

Por ejemplo:

1. Vida. Obama es un radical abortista cuyo primer valor es, precisamente, la muerte. Valorar la vida significa respetar al más débil. Lo peor del aborto es que es cobarde, se ensaña con el más indefenso, el concebido y no nacido.

2. Familia. Este valor no lo vulnera sólo el gaymonio que pretende Obama sino toda una sociedad montada para no tener hijos, es decir para mutilar lo más parecido a la creación que puede ejercitar la persona: la procreación.

3. Libertad educativa. Cuando Obama habla de mejorar la enseñanza no está hablando de los padres, sino del Estado. Y de la apropiación del Estado para entrar en los hogares.

4. Libertad religiosa. Obama es un hombre new age. Le encanta rodearse de liturgias religiosas mientras quede claro que todas ellas tienen exactamente el mismo valor. Obama no sabe que no hay nada más contrario al espíritu que el espiritismo, nada más contrario a Cristo que el panteísmo de los templos que tanto le gusta frecuentar. Obama es un fiel creyente de la religión del Nuevo Orden Mundial, de la new age.

5. Bien común. Mientras no se apea del fracaso económico de George Bush propone hacer lo mismo: aceptar el modelo especulativo en que ha degenerado el capitalismo. La especulación es el mayor parásito de la economía actual y de la igualdad de oportunidades. Acepta Obama el plan Bush que supone una transferencia de dinero de los trabajadores y emprendedores a los rentistas, es decir, de los pobres de siempre hacia los nuevos ricos, de los pequeños a los grandes.

No son valores, son antivalores... atribuirle al demonio las obras de Dios y lo que es mucho peor: atribuirle a Dios las obras del Adversario.

El hombre enfadado y resentido

Quizás sea esa la razón por la que el candadito demócrata rara vez sonríe. Es más sus apariciones públicas revelan una arrogancia, casi un cansancio de estrechar mano, como si la gente le hastiara. Es curioso que un personaje tan pretencioso, rayando en la chulería, haya provocado el entusiasmo de muchos millones de americanos y de casi todos los europeos.

Un diario español hablaba de que los afroamericanos viven su gran desquite ante la historia. No sólo los negros, -perdón, afroamericanos- sino el propio Obama, considera que Estados Unidos le debe la Presidencia por lo mucho que sus antepasados tuvieron que sufrir a manos del hombre blanco. También en esto se parece a nuestro Zapatero, que no perdona el histórico hecho de que su abuelo perdiera la Guerra Civil.

Ahora bien, de los resentidos no puede esperarse ecuanimidad. Paco Marhuenda, el director de La Razón, un periódico que hoy cumple 10 años, calificaba a Obama como un radical de izquierdas peligrosísimo. No estoy de acuerdo: un hombre que apoya con su entusiasmo a Wall Street no puede llamarse de izquierdas, por mucho que haya degenerado la izquierda.

Tampoco es radical, salvo en su insensatez, otra similitud con ZP. En vísperas de la cita con las urnas aseguró que estábamos ante un momento histórico, al tiempo que resaltaba que el cambio no es sólo para Estados Unidos: él solito va a cambiar el mundo, el mundo mundial.

Por tanto, Obama no es un radical de izquierdas sino algo muchísimo peor: es un progresista global y con cuentas pendientes. Por tanto, ahí coincido con Marhuenda es, en efecto, peligrosísimo. Los españoles sabemos bien lo que todo eso significa.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com