O cambio o vida

Durante la última recta de campaña el senador Obama se ha preocupado más de Sarah Palin que de John McCain. Llamativo. Bueno se ha ocupado más de la candidata republicana a la Vicepresidencia y de George Bush. E incluso ha introducido en su diatriba a Dick Cheney.

Es lógico: económicamente poco diferencia a McCain y Obama: ambos son plutócratas, al igual que toda Europa, donde la prioridad es salvar a los financieros que han provocado la crisis con el dinero de quienes sufren esa crisis y, en segundo lugar, sólo en segundo lugar, a la economía real: familias y empresas no financieras. Y ninguno de los dos está siendo apoyado.

En política exterior, a pesar del pacifismo ornamental de Obama, lo cierto es que ambos están condenados a hacer lo mismo que está haciendo Bush. No podría un Obama presidente retirar de forma drástica las tropas de Irak porque eso supondría una nuevo Vietnam y su imagen de perdedor para toda la vida. Pagaría él el fracaso y la barbaridad de George Bush. Y ni Obama ni McCain parecen ser capaces de detener la decadencia americana en el exterior. Ergo, el presupuesto militar, con McCain o con Obama, deberá seguir al alza. Cuando más desciende la influencia moral de una potencia más misiles necesita para imponer sus tesis y para defender sus intereses.

Por tanto, por mucho que se empeñen en disfrazarlo, lo de mañana serán las elecciones de los principios morales, los valores no negociables de Benedicto XVI. En Estados Unidos, en especial, los dos primeros: vida y familia. En vísperas de las elecciones, los indecisos, los que pueden otorgar, en tiempo de descuento, la victoria a John McCain dudan entre  la imagen atractiva que produce el cambio de Obama, que no es un cambio de política, sino el hecho de un hombre de color en la Casa Blanca y lo que provocaría, en concreto, este abortista en la Casa Blanca. No olvidemos, habrá que recordarlo otra vez: el aborto es mucho más que el aborto, es la frontera ideológica de hoy en día, al menos en los países en los que, como ocurre en EEUU, todavía se puede hablar de las cuestiones clave con libertad. En Europa, por ejemplo, lo políticamente correcto es fomentar el aborto mientras se prohíbe hablar de él. Es por esa razón por la que Palin, que encima predica con el ejemplo, representa la antagonista ideológica del arrogante Obama.

Mientras (ver mapa), Obama es el candidato favorito. Toda la progresía mediática -tanto de izquierdas como de derechas- europea le ha convertido en su ídolo. En España, por ejemplo, no sólo los medios públicos han realizado un despliegue nunca visto en las elecciones norteamericanas. No sólo El País, progresismo socialista, apuesta por Obama sino también El Mundo, progresismo conservador.

En cualquier caso, el 4-N de 2008 puede resultar muy divertido, por cuanto ni Gore ni Kerry tuvieron en 2000 y 2004 la ventaja que ahora posee Obama sobre McCain, y ninguno de los dos contó con el apoyo entusiasta de los medios informativos y de los clanes de poder, como ahora dispone Obama. Si gana McCain deberíamos llegar a la conclusión de que el divorcio entre los medios y el pueblo es definitivo. Y en el caso americano, el divorcio -aún más importante- entre ese pueblo y su clase política, hasta el punto de que no habría que reformar el capitalismo sino la democracia... hacia una mayor participación de los administrados en la Administración.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com