Hace 30 años voté no a la Constitución española de 1978. Me encantaba aquel ramillete de derechos y libertades, a norma, pero a mis 18 años recién cumplidos ya albergaba una sospecha fehaciente sobre aquel todos del derecho la vida.

¿Quiénes son 'todos'? Y, en efecto, seis lustros después aquel término equívoco ha desembocado en 112.000 crímenes anuales.

Muchas veces me he arrepentido de ese voto, porque la Constitución del 78 no ha provocado el aborto, aunque también es cierto que no sirvió de contención al mismo. El desprecio por el derecho la vida, base del resto de derechos, no es causa de la ambigüedad constitucional sino de la decrepitud moral de una sociedad occidental empeñada, tan desesperada, que sólo busca el suicidio.

El aborto no tenía que ver con autoritarismo o democracia sino con el espíritu de la época. Cuando muere Franco, la era abortista comenzaba a expandir su pútrido magma por Estados Unidos (1973) y apenas existía en la Europa democrática.

Y lo mismo puede decirse del periodo de vigencia de la norma. Con la derecha de Aznar no sólo el aborto se disparó en España sino que comenzaron a distribuirse la píldora abortiva y la píldora poscoital. Con esa levedad insustancial que caracteriza a la clase política, los centro-reformistas se dieron cuenta de que la defensa de la vida no captaba votos, si acaso los perdía. Por tanto, optaron porque la gente de PP seguía por el principio de Marx: Estos son mis principios pero si no le gustan tengo otros.

Lo que quiere decir que la culpa del aborto no lo tiene la Constitución, la tenemos, en primer lugar, todos, en segundo lugar los guardianes de la ley, es decir, la clase política, En tercer lugar, muy en tercer lugar, la ambigüedad constitucional.

Y el asunto no es baladí porque, a fin de cuentas, de qué nos sirve una Constitución, es decir, una norma de derechos individuales que conculca el derecho a la vida. Eso es una contradicción in terminis.

Quiero decir que a lo mejor, hoy, hubiera votado sí a la Constitución. Pero no creo que hubiera servido de mucho. El problema es otro.

Pta: Que no, que no hablamos demasiado de aborto. Hablamos poco.                               

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com