Sr. Director:

El año que finaliza, sin ninguna duda, es el peor que hemos padecido los españoles, conducidos por el peor gobernante de todos los tiempos, que preside el gobierno de la sangre, pero sin capacidad para hacer nada que no sea sonreír sin saber porqué, y obedecer los mandatos de separatistas y terroristas con el único fin de mantenerse en el poder; ¿quién iba a decirle al Sr. Rodríguez que gobernaría España? Pues ahora hay que mantenerse al frente del gobierno como sea, pagando lo que haga falta y a quién sea necesario.

Y así, como no podía ser menos, el país discurre entre tropiezos, el no saber a dónde va, con errores que pueden ser irreversibles, actitudes claramente antidemocráticas  y con gran desprecio hacia los ciudadanos. Estamos conducidos por un político sin proyecto de estado ni destino definido.

En el corto tiempo que lleva gobernando este señor, ha acumulado mayor cantidad de protestas de los ciudadanos, más numerosas y en menor tiempo, que todos los demás gobiernos juntos, desde que se instauró la democracia en España. Las protestas le han llegado de todas direcciones, desde las familias, las victimas del terrorismo, agricultores, mineros, pescadores, transportistas, escolares, padres y educadores, españoles a favor de un archivo único, regiones a las que se les ha negado el agua, etc. etc.

La economía se mantiene, gracias a que no se alteró la línea trazada por el gobierno anterior, aunque se atisban nubarrones que presagian malos tiempos. En la Unión Europea, que se ha percatado de la ineptitud de nuestros gobernantes, perdemos peso y empieza a retirarnos las ayudas que podríamos seguir disfrutando con un gobierno más inteligente. Claro que los medios afines nos presentan estos fracasos como éxitos.

Se intenta hacer callar a los medios informativos que se resisten  a ser siervos fieles a sus mentiras. Se crea para ello una censura informativa tan estricta como la del régimen franquista. Es una verdadera represión contra nuestra libertad de recibir información veraz.

Se retiran los soldados desplazados a Iraq en misiones humanitarias, para enviar al mismo lugar una fragata en misión de guerra.

Se cancela la única esperanza de algunas regiones españolas a recibir agua, el plan hidrológico nacional, por ser una genial idea del gobierno anterior, para, afortunadamente, no hacer nada. Y digo afortunadamente porque el plan sustitutivo que pregonaban era altamente contaminante y caro.

Se burla de la inmensa mayoría de españoles que estimamos que la familia es la raíz de una sociedad sana, fuerte, vital y coherente, así como de los millones de personas que salimos a protestar por este atropello legislativo.

Suspende la aplicación de una ley sobre la educación, que mejora la anterior, solamente porque es del gobierno precedente. Se burla de los millones de españoles que salimos a protestar contra la ley que pretende imponernos, la LOE, contraria a todos los principios constitucionales de libertad e igualdad, porque con ésta controlan la enseñanza, sirven a los separatistas, y logran sus aspiraciones de apropiarse de la tutela de nuestros hijos, y así conseguir el adoctrinamiento de las futuras generaciones, para asegurarse una base social acorde con sus ideas.

La política exterior se centra en la amistad con personajes como Castro, Chávez y Mohamed, ante los que se arrodillan (claro, sonriendo) para obtener una bonita foto. Es tan incapaz y necio que Marruecos nos engaña, Europa nos niega las ayudas a las que tenemos derecho, Venezuela nos chulea, Estados Unidos nos desprecia, Cuba se ríe en nuestras narices y así un largo rosario de desprecios a lo largo y ancho del Planeta.

Es tan zoquete nuestro presidente que falta a una cita con el de Polonia porque estaba cansado; que no se levanta ante el paso de la bandera de un país amigo, tal vez también porque estaba cansado. Se niega a recibir a la representación de millones de españoles, quizá porque no le gusta a su venerado Carod Rovira; que va de tapadillo y acompañado solo con cámaras de televisión, cuando ocurre una catástrofe en Guadalajara cuya culpa le salpica; que con su acentuada demagogia presenta en sus medios afines como negro lo blanco y como blanco lo negro; que fomenta la crispación y el enfrentamiento entre los ciudadanos y resucita los errores del pasado para abrir aquellas cerradas heridas, rompiendo la pacífica convivencia entre los españoles; que utiliza el Palacio de la Moncloa y a sus ministras (¡vaya machismo!, el rojo feminista) para fotografías de revistas.

Es tan desleal con sus propias promesas que olvida aquello de que ningún soldado saldría de España sin informar al Congres tres meses una fragata apoyando una importante acción bélica sin enterarse nadie. Igualmente se ha olvidado aquello que iba a hacer con tanto placer: una paga mensual a los ancianos niños de la guerra; llevan seis meses sin percibirla. Cómo no, también se le ha olvidado aquello que prometió nada más hacerse con el poder: En España habrá más libertad de expresión.

El pueblo llano, el honrado ciudadano, el que, hasta que llegó ZP, era soberano, protesta por tanto desatino, pero el Sr. Rodríguez desprecia, manipula o hace oídos sordos al clamor popular, solamente para obedecer y servir a los separatistas que le mantienen en el poder.

Se recuerdan con insistencia accidentes como el del Prestige o el del Yacolet 42, y se silencian los más recientes como el atentado contra los dos helicópteros en Afganistán o el incendio, con 11 muertos por negligencia administrativa, en Guadalajara. Se nos priva del derecho a conocer la verdad sobre el 11-M (¿tanto tienen que ocultar?) y se niega la manipulación informativa del 12 y 13-M, especialmente la de éste último día, con evidente fraude a la legalidad electoral en vigor.

Ante la presión de los separatistas catalanes, no duda en romper uno de los símbolos de la unidad española: el archivo de la guerra civil que radica en Salamanca, en contra de la voluntad de todos los ciudadanos. También ampara la OPA de Gas Natural; si el anterior gobierno socialista nos impuso contra nuestra voluntad esta empresa catalana, ahora pretende que sea toda la energía la que pase a poder de ese dictatorial gobierno.

Para que ETA no cuente lo que sabe sobre el 11-M, no duda en arrodillarse ante sus pies y concederles cuanto pidan, pese a la oposición de los más perjudicados por sus atentados, las víctimas, y de todos los españoles de bien. La inmadurez del Presidente solo abriga la leve esperanza de que los terroristas le concedan una breve tregua;

Ataca sin desmayo y con crueldad al PP (como si éste partido estuviese gobernando), que representa a la mitad de los españoles y le insulta y descalifica, como única forma de justificar su desgobierno, dando muestra de su indignidad, intolerancia y juego sucio; suscribe el Pacto del Tinell, exigido por sus socios independentistas, por el que se obliga a no pactar nada con los representantes de 10 millones de españoles. ¡Qué hermosa prueba de talante y espíritu democrático!

Un gobierno que se sostiene con las mentiras del grupo Prisa, la manipulación de las televisiones (con alguna honrosa excepción) y la sumisión de los periódicos catalanes a la dictadura Maragall.

Un gobierno que solamente tiene despropósitos, disparates, malentendidos, insultos, mentiras, rectificaciones. Que busca el enfrentamiento, la crispación, el ocultamiento de sus negras tramas. No se le detecta una sola idea, un proyecto o una línea definida y clara.

Pero para ello se ocupa en controlar la información, la justicia, la educación, el ejército e, incluso, las instituciones económicas. Una sensación de desamparo recorre la mente de los españoles ante la evidencia de ineptitud y perversidad de sus gobernantes. ¡Que Dios nos pille confesados!

Pablo Delgado

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