Brusca reducción del número de candidaturas por las barreras de entrada impuestas por los partidos ya instalados. Y de la mano del duopolio político, económico y cultural, hacia el pensamiento único. El voto católico apenas está representado en las elecciones de este domingo. Tenemos democracia, pero democracia coja

La conjura de los grandes -no, de los necios, no, sólo de los grandes- ha hecho que en la circunscripción de Madrid se haya reducido a la mitad, sí, a la mitad, el número de candidaturas. Es un proceso similar al de la TDT: una nueva tecnología televisiva que ofreció cuarenta canales de alcance nacional, llegada, por tanto para multiplicar el pluralismo informativo, se ha reconvertido en un lustro en más monopolio, para ser exactos, en el imperio de dos grandes cadenas -Tele 5 y A3 TV- que imponen su ley en el mercado, no por ser mejores, sino por ser más grandes y siempre con el apoyo de la maquinaria de propaganda gubernamental, es decir, Radio Televisión Española (RTVE). En la Administración ocurre lo mismo: el control lo ejerce el duopolio PSOE-PP, que se impone por la misma razón: porque tiene más medios que los demás. Es llamativo que la mayor crisis económica de Occidente durante toda la edad moderna, la crisis de la economía financista, no haya producido otra alternativa al dúo de formaciones instaladas que el colectivo antisistema del 15-M. Cuando he depositado mi voto a primeras horas de la mañana del domingo, la reducción de opciones ha confirmado mis temores.

Esa reducción de candidaturas vino forzada por la exigencia de avales autenticados ante notario, lo que exige, no sólo poseer un oneroso aparato de partido sino, además, mucho dinero… financiado por los ciudadanos. En definitiva, la norma aprobada por los partidos parlamentarios es un complot antidemocrático de los partidos con representación parlamentaria, que no desean nuevos comensales al banquete del pluralismo y cercenan la democracia desde un parlamento –efectivamente democrático-, utilizando el poder coercitivo del Boletín Oficial de Estado (BOE).

Es una situación producto de esa España vencida antes de empezar la batalla, la España del mal menor que no se atreve al bien posible, la política del voto útil frente al voto en ideales. ¿Ideales? –Sonríen los cínicos-: ¡Menuda antigualla!

El resultado es que la democracia acaba en duopolio, que constituye el espejismo de una sociedad plural. En el poder político tenemos un duopolio PP-PSOE; en poder televisivo sufrimos el duopolio Lara-Berlusconi, en poder periodístico, el duopolio Prisa-Mediaset, en el poder bancario, duopolio Santander-BBVA. ¿Contamos con una democracia parlamentaria en España? Sí, y es el menos malo de todos los sistemas posibles, pero se trata de una democracia coja.

Y todos esos poderes caminan hacia el pensamiento único. Porque lo peor viene ahora: el duopolio no supone dos filosofías enfrentadas sino dos intereses competidores. PP y PSOE difieren en sus estrategias pero no en sus cosmovisiones. Son las dos caras de una misma moneda. Por eso, servidor, como ya había contado a los lectores de Hispanidad, he votado a SAIN. Prefiero votar en coherencia con mis convicciones cristianas a sentirme ganador la pugna entre los dos miembros del duopolio.

Estamos ante un espejismo de confrontación, porque tanto PP como PSOE, Tele 5 como A3 TV, EL País y el Mundo, Santander y BBVA, piensan lo mismo: han logrado el consenso, ergo todo lo que se oponga a su consenso resulta insensato y antidemocrático. Los unos son progres de izquierdas, los otros progres de derecha, ambos son relativistas y ambos luchan a brazo partido por distinguirse del contrario en cuestiones menores, pero no en su filosofía, porque es la misma. Por ejemplo, el voto católico no está representado en el duopolio, el pensamiento provida queda excluido del duopolio, mientras se impone el relativismo moral, la ideología de género, la cultura de la muerte y el capitalismo como sistema único y como pensamiento único. El que salga de ahí es una ultra, un antisistema; en cualquier caso, un 'freak'. Con ello, el sistema político español del momento expulsa a sus elementos más valiosos, aquéllos que poseen unos principios sólidos y, sobre todo, operan en ayuda de esos principios. Y peor del consenso es que expulsa a los disidentes con violencia psíquica, no física, como hacían conspiradores y dictadores.      

No estoy denunciando ninguna conspiración. Tenemos que meternos en la cabeza que la era de las conspiraciones pasó. En la sociedad de internet vivimos en una era más peligrosa: la del consenso, es decir, la del pensamiento débil y la incoherencia. El sistema se impone desde el sistema pero por ello no hay que destruir el sistema, sino reformarlo desde dentro.

Pese a todo, hay que votar, no abstenerse. La democracia, como el sistema económico, se cambia desde dentro, que no hay revolución más profunda que la interna, si viene guiada por el espíritu del bien común.

Y lo más gracioso de todo es que el duopolio español no durará mucho. Ya está siendo absorbido por el duopolio mundial. Al PP-PSOE, como a las dos grandes cadenas, o a los dos grandes diarios, o a los dos grandes bancos están llamados a ser absorbidos por un duopolio de alcance europeo, primero, y luego mundial. El espejismo amplía su perímetro. La ventaja es que ellos no lo saben.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com