Un equipo de Tele 5 se trasladó hasta la sede del Foro de la familia, entidad organizadora de la manifestación del 18-J. El cámara entra con cierta prevención. Enseguida se identificó, quizás no hacía falta, como homosexual. Se abalanza sobre él el entusiasta Rafael Lozano, responsable comunicación del Foro y se ponen a hablarle con tanta vehemencia como afecto. Al final, el aludido exclamó:

-No sabes lo que me alegro. Venía con miedo, pensando que os ibais a meter conmigo.

Un psicólogo calificaría como paranoia algunas actitudes, no de los homosexuales, sino del lobby gay, de los porta-estandartes del orgullo gay. Pero hay quien piensa de distinta manera.

Dice Pedro Zerolo, homosexual de cuota del Gobierno zapatero, que si Jesucristo Zerolo, no uses el nombres de Dios en vano- volviese hoy -volverá, Zerolo, no lo dudes- defendería los derechos de gays y lesbianas. Esta aclaración me ha dejado muy tranquilo y la pasada noche, por fin, he podido dormir en paz. El más cualificado exégeta bíblico, Pedro Zerolo, nos traduce el Evangelio, de la misma forma que el number two en el ranking de brillantes hagiógrafos católicos, d. José Bono, ministro de Defensa, nos ha explicado que Jesucristo nunca nos diría con quién tenemos que acostarnos (lo cual es muy cierto : no dijo con quién debíamos acostarnos sino con quiénes no debíamos hacerlo).

En cualquier caso, espectáculos tan regocijantes como el de Zerolo y Bono nos remiten al deseo, no ya de interpretar al Creador, sino de explicarnos a todos el verdadero el adjetivo es esencial- significado de los mandamientos, el credo y los sacramentos. Por de pronto, según los monseñores Zerolo y Bono, el pecado individual no existe. Lo que existe es un gravísimo pecado social que, como todo el mundo sabe, es achacable a los políticos, los millonarios, las estructuras sociales, el diálogo Norte-Sur, a cualquiera menos a uno mismo.

El hoy pontífice Benedicto XVI se refería a este curioso sentimiento de traspaso de culpa, que lleva directamente a la paranoia, al comentar con retranca la modificación que se hizo en la liturgia de la Misa previa a la comunión. Antaño se decía. no mires mis pecados sino la fe de Tu Iglesia, para luego cambiar el mis por el nuestros, que ya diluía algo el efecto. Ratzinger (Informe sobe la Fe) comentaba que algunos parecen querer dar un paso ulterior: Se tiene la impresión fundada de que algunos tergiversan la invocación, entendiéndola de este modo : No mires los pecados de la Iglesia, sino mi fe. Se preocupa el actual Pontífice, dado que si esto llega a tener lugar, realmente las consecuencia son graves: la culpas de los individuos pasan a ser las culpas de la Iglesia, y la fe se reduce a un hecho personal, a mi modo de comprender y rconocer a Dios.

O sea, lo de Zerolo : No miréis los pecados de la Iglesia sino mi fe, oh Dios mío, porque soy el único que he comprendido que si la Encarnación tuviera lugar hoy, saldría en la cabalgata del Orgullo Gay. Aunque también podríamos acudir al mismísimo presidente del Gobierno español, Rodríguez Zapatero, otro exégeta que sigue sin comprender cómo es posible que una religión que predica el amor pueda estar contra la equiparación de las convivencias homosexuales y las familia. Vamos, que no se le alcanza.

Mientras, la empecatada jerarquía eclesiástica, la que no comprende el mensaje evangélico, la que no es consciente de su radical falta de fe y de las novísimas interpretaciones escriturísticas, acudirán a la manifestación del sábado 18. Reparen en ello : 15 obispos detrás de una pancarta puede resultar un espectáculo impresionante.

Y todo parece indicar que la Manifestación puede ser un éxito. Y ni Televisión Española podrá ocultarlo. Todo, por no saber interpretar los textos bíblicos. Pregunten a la troika evangélica: el Zapa-Zerolo-Bono.

Eulogio López