Continúa preocupadísimo El País, así como el padre Gabilondo, en la Cadena SER, con la manifestación convocada por el Foro de la Familia contra el homomonio, con perdón, de Rodríguez Zapatero y en defensa de la familia natural. Ejemplo, titular publicado el sábado por El País: Grupos de católicos de base, anuncian que no obedecerán a los obispos por las bodas gay. Subtítulo, aún mejor: El apoyo episcopal a la manifestación del 18 de junio aviva la división del catolicismo en España.

Veamos, en España se confiesa católica más del 80% de la población. Pongamos 35 millones de españoles. La prueba fehaciente es decir, polanquil y cebrianiana de que la Iglesia está divididísima, es que decenas de instituciones católicas han escrito una carta a la Jerarquía firmada por ¡610 personas!

¡Cielo Santo! ¡El enemigo está dentro! ¡La Iglesia se rompe! Porque, ojo, no retrata de 610 cristianos naturalmente consecuentes, progresistas, modernos, la repera- sino que representan a decenas de asociaciones, tales como Somos Iglesia (y lo son en verdad, sólo que muy poquitos), o la famosísima Comunidad Santo Domingo de Guzmán o las famosas Comunidades Cristianas Populares, de las que sospecho tienen más de comunitarias y de cristianas que de populares.

Es igual, Juan Bedoya, el autor del ponderado análisis, nos da pistas: el manifiesto pro-gay o anti-obispos, ha sido firmado por decena de teólogos. Y así es: por lo menos han sido 61 decenas, aunque un poco más allá se nos informa de que sólo un 5% son sacerdotes y teólogos, lo que ya reduce algo en número de decenas. Entre ellos, naturalmente, Juan José Tamayo y Enrique Miret Magdalena, cada vez más escocidos justo escozor- porque El Vaticano no ha tenido ni el detalle de colocarles entre los papables durante el último Cónclave. No han sido ni nominados, a pesar de que son los dos únicos españoles que poseen el don de la infalibilidad.

Y no se crean, el argumentario es profundísimo. Sin ir más lejos, tras el latinajo Non possumus (no, no es ninguna alusión sexual, eso que quede claro), los firmantes, 610, pero muy cualificados, afirman que hay que obedecer a Dios antes que a lo hombres. Así que ellos han decidido obedecer a Miret Magdalena, que no es Dios pero está en camino de lograrlo.

Y es que hay miedo a la manifestación del 18 de junio. Lo cual, qué quieren que les diga, es una buena noticia: significa que las tragaderas españolas no son tan espectaculares como presumíamos. Por eso, los millones de católicos españoles están convocados: ahora tienen que ser coherentes. Los otros, decena y decenas o acudirán. Y eso es un riesgo grave para el foro de la familia y para la Iglesia en España, que cada vez está más dividida.

Eulogio López