Si la manifestación del sábado 17 contra el aborto resultó una fruslería, una hipocresía y una tontuna, ¿por qué la progresía no hace otra cosa que hablar de ella?

Pero la progresía no es la única para la que existe un antes y un después del 17-O. También la derecha, que intenta utilizar la concentración en beneficio propio, tiene tela que cortar. Ejemplo, titular de La Razón (diario al que, por otra parte, hay que felicitar por su apoyo a la convocatoria), el PP se compromete a endurecer la ley del aborto si llega al Gobierno. Y subtitula: Impedirá que las adolescentes de 16 años puedan interrumpir el embarazo sin conocimiento paterno.

Esto es importante, porque así podemos deducir que si se lo dicen a sus padres, y aunque no les hagan ni pastelero caso, sí se quitarán el paquete de encima.

Luego está lo del endurecimiento, que es materia sutil. Yo a don Mariano Rajoy le veo muy capaz de elevar la edad para abortar lo menos hasta los 17 años o incluso pedir que un psicólogo asegure los males psíquicos que se cernirán sobre la abortera.

¿Y qué decir de Dolores de Cospedal, que en plena manifestación ya advirtió que lo suyo era la ley de 1985, la del consenso social, si ustedes me entienden, la que sólo ha provocado 112.000 abortos anuales, pero no la aberrante norma de 2009?

Mayor Oreja ha sido el más claro, quizás el más sincero: reconoce que el Gobierno Aznar, del que él formó parte, miró hacia otro lado mientras estuvo en el poder, aunque inmediatamente asegura que lo mismo hicieron las organizaciones convocantes de la concentración.

No es así, pero claro, cuando el líder del Foro de la Familia, entidad paraguas convocante, Benigno Blanco (enhorabuena Benigno), pide al PP que sea coherente, sin mencionar el pequeño detalle que fue secretario de Estado en Medio Ambiente y en Fomento durante el Aznarato...

En cualquier caso, bienvenida sea la rectificación. Blanco merece la medalla de oro por la manifestación y porque ahora sí, ha empezado a hablar claro: no se trata de derribar al PSOE utilizando el aborto sino de evitar que haya un solo aborto en España, derogando la norma del 85, la que el PP no derogó ni tocó con un dedo.

Y es cierto que el cambio de la ley de 1985 al texto de 2009 consigue en que ZP, en su mejor estilo, intenta convertir al aborto en un derecho. Pero, en el fondo, no deja de ser un juego de palabras: de la despenalización se pasa a la legalización, de la legalización a la promoción y de la promoción a la entronización. Es más: la ley de 2009 es más restrictiva que la de 1985... y ambas son un fraude de ley que permitirá abortar a cualquier desalmada.

Y más. Una delicia poder escuchar a un periodista que hasta anteayer hablaba del aborto como crimen machista bramar contra el periodismo que identifica feminismo con aborto y disposición del propio cuerpo. Y esto es hermoso: a mí me ha dejado atónito. ¿Empezamos a ver la salida al túnel negro de la mayor era abortera de la humanidad, la más homicida y rastrera? Espero que sí. Hemos llegado a un punto en el cual, quien no ve que el aborto es un asesinato cobarde es porque no quiere verlo.

No se puede pedir más. Bueno, sí, se puede pedir algo. En la Transición los socialistas aseguraban que eran el partido de los 100 años de honradez, a lo que los comunistas que -no muchos, no exageremos- que se habían enfrentado al Régimen, completaban con sorna, 100 años de honradez... y cuarenta de vacaciones. Me imagino a los que nunca han dejado de luchar por la vida, tildados de marginales, fachas, ultra y demás lindezas, los partidos extraparlamentarios que han defendido los valores no negociables.

En cualquier caso, recuerden los cariacontecidos defensores de la vida que no pueden convertirse en el hermano mayor del hijo pródigo: ¡Albricias y pan de Madagascar, hasta algún pepero va a despertar! Vamos, que como esto siga así me apunto al Foro de la Familia.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com