El canal oficial de la Jornada Mundial de la Juventud abre su programación especial con un alegato en defensa de la vida. Lo que anda mal en el mundo: feminismo redentor, globalismo liberador y orientalismo deprimente: todo en una sola edición de El País. Si el hombre no es hijo de Dios, la fraternidad entre los seres humanos es locura y la democracia un imposible.

Es la TV oficial de la Jornada Mundial de la Juventud que comienza el martes en Madrid. El canal de los obispos de la Conferencia Episcopal abre fuego con la emisión de la película Bella, una historia en defensa de la vida del no nacido, que se emite el domingo 14 a las 22,00 horas. Y no se pierdan la tertulia posterior, en defensa del más inocente y del más indefenso, con especial parada en el derecho a la objeción de conciencia. Participan, entre otros, José María Simón, presidente de la Federación Internacional de Médicos Católicos, Íñigo Coello de Portugal, letrado del Consejo de Estado, la portavoz de Red Madre, Esperanza Puente y el portavoz del Foro de la Familia, Raúl García.

Una buena forma de comenzar la JMJ, porque el aborto es mucho más que aborto, es toda una filosofía de vida, y porque sin derecho a la vida el resto de derechos sencillamente no existen.       

Lo que está mal en el mundo: feminismo redentor, globalismo liberador y orientalismo deprimente: todo en una sola edición de El País. En una sola edición de El País, lo cual merece un premio, vaya que sí, el periódico más vendido de España y adalid de los valores del Nuevo Orden Mundial (NOM), es decir, de la progresía militante, militantemente anticristiana, se entiende, ha resumido todo lo que está mal en el mundo.

Advertencia preliminar y probablemente necesaria. Que no, que el NOM no es un grupo de conspiradores, es algo mucho menos sofisticados y mucho más temible: es una idea de consenso que se ha impuesto en todo el mundo como los nuevos diez mandamientos. Se lo digo yo, no vivimos en la era de las conspiraciones sino en algo más peligroso: en la era del consenso. Nos hemos convertido en borreguillos que repiten consignas ecopanteistas y modernistas, es decir, ideas muy tristes, tristísimas. No es un problema de ignorancia sino de exceso de información, no es ausencia de pensamiento, es pensamiento invertido.

Decía que, en una sola edición de El País, me encuentro con tres patas del NOM. A saber: feminismo redentor, globalismo liberador y orientalismo deprimente.

La primera en la frente. Entrevista con la primera ministra de Islandia, Jóhanna Sigurdardóttir, en la contraportada del 27 de julio. Sí, del miércoles 27, pero les aseguro que mantiene su rabiosa actualidad y revela una tendencia. En Hispanidad hemos alabado la salida islandesa a la crisis, que consistió así, entre nosotros, en dejar quebrar a los bancos quebrados, con lo que perdieron los ahorradores pero, sobre todo, los inversores y los especuladores. Con ellos, quebró la deuda soberana y los islandeses empezaron de cero. Además, naturalmente, se expulsó de sus poltronas a los culpables: políticos emisores de deuda y banqueros que controlaban el dinero de los demás.

Sin embargo, miren por dónde, ahora nos dice la nueva primera ministra que no, que la solución islandesa no fue una terapia de justicia financiera, sino que el éxito se debe a la igualdad de género, eufemismo que, como imposible metafísico, significa eso que están ustedes pensando: que una serie de mujeres -feministas, naturalmente- manden más y cobren más. Por ejemplo, la señora Sigurdardóttir considera que los valores masculinos han hecho ?crash?, porque está claro que la especulación, la injusticia, y la codicia es cosa de hombres. Es una aplicación económica del primer mandamiento de la ética feminista: ?Bueno es aquello que hacen las mujeres, malo lo que perpetran los varones?. Vamos, que la premier islandesa pertenece al aguerrido grupo de mujeres convencidas de que Dios es un machista porque les ?construyó? más pequeñas que los varones.

A continuación, en la misma edición, El País nos regala, por el mismo precio de 1,20 euros, un artículo del fiscal general del Estado, Cándido Conde-Pumpido, que lleva por título ?Una ley procesal para este mundo?. La tesis es conocida ?el derecho internacional o la justicia universal-. Tal como lo plantean algunos, por ejemplo don Cándido, uno diría que más que de derecho internacional hablamos de la internacionalización del poder judicial, pero dejemos eso. Conde-Pumpido nos aporta una sugerencia telúrica: la internacionalización de la Fiscalía. ¿Se imaginan una Fiscalía mundial, global, que repitiera la doctrina y la actuación, el modelo, del fiscal general del Estado español, del Zapaterismo? Como para emigrar al planeta Marte.

En tercer lugar, justo debajo de Cándido, escribe Javier Valenzuela para quien está clarísimo que la ultraderecha ha pasado del ?antisemitismo a la islamofobia? y la prueba definitiva es la doble matanza noruega que pretende -¿Acaso no lo ven?- ?exterminar al enemigo ?los infieles musulmanes y los herejes progresistas- para salvar la civilización blanca y cristiana?.

¿Comprenden? Valenzuela, en defensa de las libertades, ya ha centrado el enemigo: los cristianos. Ahí radica el fundamentalismo, el extremismo, el terrorismo, y, en general, todos los males del mundo. Es sabido que los terroristas más salvajes se van a la Iglesia, preferentemente católica, donde rezan el rosario con mucha unción, antes de salir a colocar sus bombas y utilizar sus subfusiles ametralladores para cargarse, negros, musulmanes y agnósticos tolerantes. De hecho, como todo el mundo sabe, a los energúmenos del tipo Anders Breivik les suelen detener en los templos.

El asesino noruego es un majadero que confunde la gimnasia con la magnesia, pero hay periodistas occidentales que se comporta como majaderos que confunden el Islam con Irene. No, el Islam no es más que una herejía cristiana que fácilmente degenera en fanatismo. Pero el verdadero enemigo está más al Oriente y ha calado en Occidente. El verdadero enemigo es el panteísmo oriental, donde el hombre no es hijo de Dios sino la parte marginal de un todo, donde habitan las ratas y las además en igualdad de condiciones con la raza humana. En Occidente, este todo, el círculo de la vida, el continuo de la existencia, y otras sublimes chorradas, ha degenerado en Europa y en América, en ecopanteismo y han cambiado a Cristo por el planeta tierra y el medio ambiente. Cuando Valenzuela habla de civilización blanca y cristiana olvida que Dios se encarnó en Oriente y el Cristianismo ha sido el padre de Occidente y de la democracia.

Para los cristianos, Dios es creador, redentor y Padre. Los islámicos consideran que llaman padre a Dios es una blasfemia: de eso pueden ustedes deducir el resto. Niegan la redención, porque su dios es creador y todopoderoso pero no se ocupa del hombre. Pero, más allá de las brumas del Lejano Oriente, convertido en Occidente en ecopanteísmo, también se niega la creación. El hombre está sólo ante el universo, sin esperanza, en el ciclo continuo de la reencarnación.

¿Es esto mera filosofía? Sí, pero también política y economía. Si el hombre no es hijo de Dios, la fraternidad entre los seres humanos es locura y la democracia un imposible. Se impone el modelo de desarrollo chino, donde la economía no está al servicio del hombre sino el hombre de la economía. Pero Valenzuela, todo un intelectual al uso, defiende el modelo chino porque el culpable es el cristianismo que han creado seres como el asesino noruego. Oiga, y los ha creado a sabiendas. Vamos, que la culpa es de los curas.

¿Qué es lo que anda mal en el mundo? El olvido de Cristo, que es el único que puede ofrecer esperanza al hombre. Por lo demás, todo marcha estupendamente.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com