Si el ruido de los chicos de la Teoría de la Conspiración nos dejara pensar un momento, a lo mejor encontrábamos claves para el juicio que hoy comienza en el libro de Jacques Chirac (libro/entrevista, que estamos ante otro poderoso ágrafo). La primera conclusión que extraemos del mismo es que los colonizadores españoles eran "hordas" llegadas a América para destruirla", y que es a los vikingos a quienes, sin lugar a dudas, hay que asignar la medalla del descubrimiento (se olvida el presidente francés de los misioneros itinerantes gaélico-irlandeses, que llegaron antes que los guerreros del norte, pero es sabido que la historia no es lo suyo). En cualquier caso, en este punto, Chirac ofrece una muestra más de una de sus virtudes más reconocidas: la modestia. Así es, con esa sabiduría histórica con la que está dotado, bien podía haber aclarado que Napoleón II, justamente él, fue quien descubrió América. Un descubrimiento intelectual se entiende, porque la estupidez del término Latinoamérica fue un interesado invento francés para justificar, precisamente, la invasión de México. Y es cierto que los franceses no hicieron lo que las hordas españolas, destruir México. Estuvieron a punto de destruir a los mexicanos, ciertamente, pero México lo dejaron intacto.

¿Y qué tiene que ver esto con el 11-M, cuyo juicio comienza ahora en Madrid? Pues yo creo que todo. Veamos, con permiso de los chicos de la conspiración, las bombas que asesinaron a 193 personas (193, no 191, queridos compañeros de los medios progres, privados o públicos, que dos de las asesinadas estaban embarazadas) no fueron colocadas por etarras inducidos por Zapatero, sino por islámicos inducidos por el mismo odio a España y a los hispanos que el profesado por franceses y marroquíes. El señor Chirac es francés. Resulta mucho más creíble que Mohamed VI y Jacques Chirac estén detrás del 11-M, que ETA y Rubalcaba. El PSOE está detrás e la manipulación interesada del atentado y de la cobardía inmensa que supone la claudicación ante Marruecos y el Islam, en forma de Alianza de Civilizaciones. Pero el odio hacia España de gente como el presidente francés o como el rey alauí se deja ver ahora, al menos en el primer caso : cuando don Jacques está de retirada.

No soy el único que se cree que el 11-M se gestó en Rabat con ayuda de París. Y en ese caso, ZP sería algo más grave que cómplice del 11-M: sería el baluarte del éxito de quienes lo planearon y financiaron.

Y lo peor es que gente como Chirac y Mahomed VI tienen grandes probabilidades de tener éxito en España, al menos mientras esté presidida por un personaje que coincide con ellos en algo : el odio a la Hispanidad. Ese personaje es presidente del Gobierno de España. Y ese personaje no investigará la pista francesa ni la pista magrebí, porque está con la derecha masoncilla –una reiteración dado que en Francia la masonería, la nueva masonería, controla tanto la izquierda como la derecha políticas- y porque no está dispuesto a defender su identidad frente a quien pretende destruirla. En palabras de la vicepresidenta Teresa Fernández de la Vega: "Todas las culturas son igualmente válidas, ninguna es superior a la otra. Lo que importa es la tolerancia entre tordas ellas".

Por lo demás, Zapatero ha cedido hasta la náusea ante el mundo islámico, no sólo por odio a Occidente –es uno de los grandes protagonistas de ese fenómeno titulado el suicidio de Europa- sino porque no puede aceptar –nadie puede, ni tan siquiera Mr. Bean- que es presidente del Gobierno gracias a 193 homicidios.

El juicio del 11-M debería servir para rearmar a España, es decir, a Occidente, de quien pretende conquistarla o aniquilarla. Por el momento, gracias a Zapatero y a la chifladura de la conspiración, sólo está sirviendo para dividirnos aún más frente al enemigo común. Y la presencia de Javier Gómez Bermúdez como presidente del Tribunal me temo que no harán más que agrandar la brecha.

Eulogio López