"Señor Aznar: le hago responsable de la muerte de mis dos hermanos". Esa fue la voz terrible que se escuchó en la Catedral de la Almudena, durante el funeral de Estado por las víctimas del 11-M.

El síndrome de Estocolmo consiste en que el damnificado, el secuestrado, se vuelve contra el mundo, mientras defiende a su secuestrador o torturador. Aunque Aznar metió a España en una guerra injusta, no es el asesino que acabó con la vida de 190 personas el 11 de marzo. El asesino es el fanático al que el dolido familiar de La Almudena acaba de amnistiar.