Mientras CCOO y UGT van a lo suyo, a protestar y no aportar nada y apostar por la indolencia, Europa, con España a la cabeza, se muestra absolutamente incapaz de crear empleo. Es cierto que el caso español es de locos, con un paro que más que duplica la media europea pero también es verdad que la media europea ya supera claramente el 12%. Europa es poco competitiva.

Ahora bien, la solución no es la de los países emergentes -China, India y Rusia, ante todo-, un modelo que consiste en explotar a sus trabajadores hasta la extenuación, y con la práctica de un capitalismo de Estado -una de las formas de socialismo-, donde el patrón más importante es el Gobierno y las mafias privadas que medran al servicio del Gobierno y de sus bolsillos.

No, el problema de Europa, y el problema de los sindicatos europeos, es que hay que disminuir tanto el tamaño del Estado como el de las grandes corporaciones cristianas. Vamos, que hay que fomentar el trabajo de familias, autónomos, y pymes. Es decir, de los que no se afilian a ninguno de los sindicatos de clase. El problema de Europa es que trata a las grandes corporaciones mejor que a las micropymes.

Por lo que respecta a España la forma de volver a crear empleo es volver a valorar a las personas. Y al hombre se le valora cuando se le enseña  a valerse por sí mismo. Traducido a la normativa laboral eso significa que las pymes no necesitan crédito sino que el Estado les deje en paz y que el Gobierno se preocupe de evitar los monopolios. Y la fórmula para crear empleo es el despido libre (porque es justo y supone valorar la propiedad privada), reducción o eliminación de cuotas laborales y aumento del salario mínimo.  

Eso, dada la quiebra el Estado, implica no aumentar los impuestos, sino reducir los gastos públicos. Y el PP no lo está haciendo porque hemos creado unos macro-partidos imposibles de financiar, y el PP, como el resto de formaciones, necesita muchas instituciones donde colocar a los suyos. En definitiva, ni políticos ni sindicatos quieren suicidarse. Y eso es justamente lo que tienen que hacer. La reforma de la Administración Pública no es más que una reducción del tamaño de la Administración Pública. La tarea que se le encargó al subsecretario de Presidencia, el prestigioso abogado del Estado, Jaime Pérez Renovales (en la imagen), a quien Soraya Sáenz de Santamaría fichó desde el Santander, se ha mostrado un verdadero fracaso. No es capaz de reducir el tamaño del Estado.

El peso de las pensiones -tremendo, en una sociedad envejecida y que se niega a tener hijos- oprime a la empresa, pues se financia con las cuotas sociales y con otros impuestos. Por tanto, en España luce la economía sumergida. Conclusión: hay que reducir las cuotas y cambiar los dos cosas: IVA y gradación del impuesto de sociedades (que logra que la empresa grande pague mucho y la pequeña nada o casi nada- y alargar la edad de jubilación hasta los 70 años de edad, al menos en aquellas profesiones más intelectuales que manuales, y acortar el subsidio de desempleo.  

E insisto: el emprendedor no quiere crédito. El dinero no puede crearse alegremente porque es dinero postizo. Lo que el emprendedor quiere es que no le frían a impuestos desde el primer día y que no le machaque la burocracia.

Vamos, que ¡viva la propiedad privada pequeña!, la P-P-P. Y si no, seguiremos en el 27% de paro. Y en el entretanto, las centrales CCOO y UGT celebrarán el primero de mayo en defensa de un modelo que nos ha llevado a la quiebra y a la miseria. Un modelo, el europeo, que se extingue.

Al parecer, nos hemos olvidado de que, aunque el 1 de mayo sea la fiesta de San José obrero, el padre adoptivo de Cristo era un emprendedor, no un obrero, un artesano... que había aprendido a valerse por sí mismo.

Eulogio López

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