Si algo va a dar esta rentré política es la medida de la continuidad de Pedro Sánchez en La Moncloa. Es decir, cuánto puede aguantar con sus 84 escaños en el Parlamento, con ese socio único, Podemos, cuyo apoyo tiene garantizado a veces sí y a veces no, que ahora está poniéndole reparos en esto de los Presupuestos, aunque la reunión del jueves se escenificara lo contrario, y con los demás socios de la moción de censura que, o han dejado de serlo o están encareciendo mucho el precio de su fidelidad.

De momento, el comienzo de curso, ha superado expectativas en lo que a asuntos económicos se refiere. A saber: pinchazo laboral, se destruye empleo, Presupuestos bloqueados y sometidos a examen de Bruselas, que se teme lo peor, bamboleo tributario y alerta de desaceleración. Se echa de menos a la ministra Nadia Calviño, una de las ministras estrella del Ejecutivo, sobre todo cuando España ha vuelto a acudir a los mercados tras el parón estival y el resultado no ha sido el deseado. El Tesoro colocaba su deuda a medio y largo plazo con algo más de dificultad que en las subastas anteriores. Más interés y menor demanda tras un verano de turbulencias bursátiles pero, en especial, en el panorama político, con los vaivenes del Gobierno de Pedro Sánchez en cuestiones tan sensibles como los Presupuestos Generales, el techo de gasto o la fiscalidad.

Pedro Sánchez renuncia a poner un impuesto específico a la banca para sostener las pensiones. Esto, que en el fondo era una idea inicial de Podemos, ha sentado muy mal a la formación morada

Eso al mismo tiempo que el Instituto Nacional de Estadística revisaba a la baja del PIB español hasta el 3% en 2017, una décima menos que lo estimado en el mes de marzo.

“Hay algunos indicadores macroeconómicos que muestran una tendencia a la desaceleración” señala Calviño que firma un artículo en un diario salmón en el que asegura que la economía seguirá creciendo en los próximos meses y que hay que desdramatizar los datos del paro que conocíamos correspondientes al mes de agosto. Un mes que acababa con la mayor destrucción de empleo en una década y con el viernes, 31 de agosto, contabilizando 15.125 despidos por hora. Estallido de una tormenta perfecta: al frenazo y marcha atrás del empleo en agosto se ha sumado este año el pinchazo del sector turístico por el trasvase de visitantes británicos, alemanes y franceses a los destinos competidores del Mediterráneo.

Y mientras, el Gobierno anunciaba, lo hacía Pedro Sánchez, que renunciaba a poner un impuesto específico a la banca para sostener las pensiones. Esto, que en el fondo era una idea inicial de Podemos, ha sentado muy mal a la formación morada. Pablo Echenique, secretario de organización de Podemos pedía al presidente una rectificación “comunicativa”. “Esperamos poder revertir esa decisión que ha tomado el Gobierno porque no puede ser que los bancos no paguen impuestos”. Al Gobierno le faltó tiempo para intentar aclararlo. Respondía José Luis Ábalos, ministro de Fomento, que “se están estudiando opciones fiscales”. “Tenemos que pensar alguna cuestión coherente y, sobre la negociación, ya veremos exactamente cómo podemos aquilatar cualquiera de las medidas que hemos venido planteando”.

Y ahí está Moncloa buscando la manera de cuadrar el círculo una vez que se ha decantado por el impuesto a las transacciones financieras, que implica gravar la compra de acciones en Bolsa, sin explicar por qué no continúa adelante con el de la banca. Parece que la presión del sector financiero ha dado sus frutos. Hay que recordar que la Asociación Española de Banca y la Confederación de Cajas de Ahorros elaboraron hace un par de meses un comunicado conjunto advirtiendo que el impuesto tendría consecuencias para el crédito y para la recuperación económica.

A todo esto, hay que añadir las discrepancias diarias dentro del propio Ejecutivo. También era Pedro Sánchez el que confirmaba que va a haber un impuesto al diésel. Hora y media después aparecía la ministra de Industria, Reyes Maroto, diciendo que esto del impuesto al diésel era un globo sonda. “Se habla mucho del impuesto del diésel, pero el Gobierno ni siquiera lo ha anunciado. Se ha hecho un globo sonda”. ¡Toma ya!

Un globo sonda… ¿una hora y media después de que lo confirmara su jefe? Maroto debería tener en cuenta que llevarle la contraria al jefe no es nada bueno. Bien lo sabe Concepción Pascual Lizama, la que fuera directora general de Trabajo, que dio el visto bueno al sindicato de trabajadoras sexuales. Ella fue la que metió el gol por la escuadra al ministerio, según dijo literalmente Magdalena Valerio, por lo que fue invitada a dimitir. Fulminada, por no haber tenido la sensibilidad de consultar al que manda, a la que manda en este caso. Y de paso, para que la propia ministra salvara su cargo con un chivo expiatorio adecuado.

El presidente confirma el impuesto al diésel. Hora y media después aparece la ministra de Industria, Reyes Maroto, diciendo que esto del impuesto al diésel es un globo sonda

Pero volviendo a las novedades fiscales, ya sabemos que el Ejecutivo las quiere introducir en los PGE del año que viene y que de eso hablaron el jueves pasado Pedro Sánchez y Pablo Iglesias. En ese encuentro Sánchez pactó con Iglesias bajar el IVA y los impuestos a los autónomos. Sin embargo, en esas dos horas y medias de reunión y aunque se constató que “hay buena sintonía”, tal y como señaló el líder de Podemos en la sala de prensa de Moncloa, “las intenciones todavía no se han plasmado en acuerdos”

Iglesias indicó que espera que las negociaciones, que se están celebrando en cuatro mesas temáticas, a la que se va a sumar una quinta sobre vivienda, se terminen en octubre, mes para el que también espera que haya un acuerdo de Presupuestos Generales del Estado.

Precisamente el presidente del Gobierno se ha comprometido con Pierre Moscovici, comisario europeo de Asunto Económicos, a tener un presupuesto “claro” ya en el mes de octubre con “medidas estructurales de ajuste del déficit” para 2019.