El pasado martes el Consejo de Ministros aprobaba la senda de déficit y una previsión de crecimiento para este año cuatro décimas menor que la de 2019. Esto es reconocer, negro sobre blanco, que España se frena por mucho que, como dice la ministra Calviño, crezcamos por encima de la UE. Lo que no está tan claro, todavía, es que el Gobierno tenga ya garantizada la aprobación de los Presupuestos Generales del Estado…bueno, sí está claro, no la tiene. Y lo que no ha sabido expresar muy bien, o no ha querido expresar muy bien, la ministra de Hacienda y portavoz, Mª Jesús Montero, es si van a presentar o no el proyecto de las cuentas públicas en el Congreso sin asegurarse antes que vaya a obtener el visto bueno.

Decía Montero: “Si el Gobierno contara con una mayoría suficiente para su tramitación, podríamos comprometer de alguna forma más atinada el calendario de llegada pero…tenemos que trabajar en el entorno plural que los ciudadanos han votado y que obliga a ponerse de acuerdo con las formaciones políticas incluso para que se le de vía libre al inicio del trámite”. No quiero pensar, en este punto, si Celaá lo hubiera hecho mejor. Traduzco: “Como no nos garanticemos los apoyos suficientes para sacar los Presupuestos adelante, no los presentamos”. Es decir, que ni en broma llevan el proyecto al Congreso de los Diputados, si no tienen asegurado el éxito.

La vicepresidenta Calviño deberá batirse el cobre en la Unión Europea para conseguir luz verde y más cuando la ralentización económica ya es oficial

Pero, y mientras solucionan lo de las cuentas, lo importante es saber que cuando se habla de economía hay que ser creíble y el Gobierno de Sánchez asegura que lo es cuando aprueba la nueva senda de déficit, una senda con más meandros que el río Colorado. Se relajan los objetivos y el agujero fiscal aumenta al 1,8%. La vicepresidenta Calviño deberá batirse el cobre en la Unión Europea para conseguir luz verde y más cuando la ralentización económica ya es oficial. El año pasado la economía española creció un 2% y el Ejecutivo prevé que este año solo lo haga un 1,6%, el menor avance desde el 2014.

Pero el talón de Aquiles está otra vez en el mercado laboral. El paro apenas retrocede al 13,6% y la gran pregunta es la siguiente: con este crecimiento económico ¿seremos capaces de crear empleo? Pues Nadia Calviño dice que sí, que el Gobierno prevé la creación de 1,2 millones de empleos entre 2019 y 2023 hasta situar la tasa de paro en el 12,3% al final de la legislatura. Es decir, una reducción de siete décimas en tres años, muy, muy pequeña, que deja el dato en un nivel inaceptable. Todo lo que sea superior al 10% debiera considerarse así.

Entonces, un Gobierno en el que está Pablo Iglesias de vicepresidente, que viene a arreglar los grandes problemas de la economía española, como es el paro, ¿se conforma con ese 12,3%? Pues…¡menuda revolución!

Pero el talón de Aquiles está otra vez en el mercado laboral. El paro apenas retrocede al 13,6% y la gran pregunta es la siguiente: con este crecimiento económico ¿seremos capaces de crear empleo?

Así que, estamos ante dos datos concretos que dan idea de que nos encontramos en un momento muy delicado. El Gobierno prevé un crecimiento del 1,6% este año, la mitad del crecimiento que ha habido en los mejores momentos de la recuperación y, segundo, que la tasa de paro seguirá siendo el doble que la media de la Eurozona, al final de la legislatura. Previsiones que son derrotistas y que suponen tirar la toalla en este sentido.

Datos sobre el empleo, además, que no se sabe si se habrán estimado teniendo en cuenta los cambios que se van a hacer en la reforma laboral, unos cambios que, por cierto, ha dejado en mínimos la vicepresidenta económica cuando ha hablado con los inversores internacionales en Londres y también en sus declaraciones al Financial Times. Calviño limita los retoques a los despidos por baja laboral continuada y asegura que los denominados “aspectos más lesivos” deberán ser sometidos al diálogo social. Es decir, a consultas con los empresarios y los sindicatos

Pero de vuelta al pasado Consejo de Ministros, dicen algunos de los allí presentes que las ministras, en la rueda de prensa posterior, dieron la sensación, muy a su pesar, de que veían el asunto económico un poquito negro, independientemente de lo que quisieran transmitir a los periodistas. Por ejemplo, la previsión del 1,6% de PIB, que han hecho ahora, en el mes de febrero, es menor que la estimada en diciembre pasado por el Banco de España al que se pone como ejemplo de no ser demasiado optimista y ver siempre el vaso medio vacío. Es más, a lo largo de la rueda de prensa hubo una serie de datos que no quisieron dar, ninguna de las dos, como el del cierre de déficit 2019. La ministra Montero señaló que hay que esperar hasta marzo, algo que es cierto, pero todos sabemos que si la cifra fuera mínimamente buena lo habrían anunciado a bombo y platillo.

Paolo Gentiloni es partidario de aplicar la reglas con cierta holgura, holgura que no solo beneficiará a España sino también a Italia que necesita urgentemente de esa flexibilidad

Con todas estas cifras sobre la mesa, nos convenzan más o menos, lo que tenemos meridianamente claro es que las previsiones se sustentan en una cuestión importante, se sustentan en los ingresos y, si los PGE se van a aprobar a finales del verano, o se aplican las subidas de impuestos con carácter retroactivo, -algo que ya ha descartado el Gobierno-, o los ingresos no cuadran con sus estimaciones.

Por lo tanto, lo único que puede hacer encajar las cuentas es ese hachazo fiscal del que tanto se viene hablando, un hachazo que si solo se aplica a los ricos, como dice Iglesias, no sería suficiente

Para más inri, ese 1,8% de déficit que el Gobierno tiene que pactar con Bruselas, está por encima del triple del 0,5% que ya estaba pactado por el Gobierno de Rajoy. Un frente que, no obstante, parece que Nadia Calviño tiene ganado. Esto no significa que Europa no deje de apretarnos la tuercas pero bien es cierto que el comisario europeo de Asuntos Económicos, Paolo Gentiloni, es partidario de aplicar la reglas con cierta holgura, holgura que no solo beneficiará a España sino también a Italia que necesita urgentemente de esa flexibilidad.