El glaucoma es una enfermedad ocular que va restando visión de manera inadvertida inicialmente pero de manera inexorable. Esta ceguera paulatina se produce fundamentalmente por el aumento de la presión ocular. Y ¿cómo aumenta la presión ocular? Para responder a esta pregunta lo primero que debemos hacer es conocer un poco cómo funciona el ojo humano: el globo ocular precisa un equilibrio exquisito de sus fluidos siendo el más dinámico el humor acuoso, que ocupa la parte anterior del globo. Este fluido, tiene funciones críticas para el buen funcionamiento del globo ocular y precisa de un sistema de circulación y drenaje que, entre otras funciones, hace que la presión del ojo esté equilibrada. Si este sistema de drenaje se dificulta o fracasa, se acumula el líquido en el ojo, aumenta la presión, el nervio óptico se daña y se pierde su función.

La presión intraocular puede variar a lo largo del día, pero por lo general se mantiene dentro de unos márgenes, considerando normal o de bajo riesgo si está por debajo de 22mmHg (milímetros de mercurio).

Es necesario desterrar algunos mitos como la relación del glaucoma con el exceso de lectura, el trabajo con mala luz o el empleo de lentes de contacto

Actualmente existen pruebas y tratamientos para controlar la presión ocular y prevenir el glaucoma, sin embargo, las personas que lo padecen no presentan síntomas a priori y acuden al especialista cuando la pérdida de visión es irreversible.

Por eso son tan importantes las revisiones periódicas y el control de la presión intraocular por el médico especialista antes de que el nervio óptico se dañe. El doctor Juan Donate López, jefe del servicio de Oftalmología del Hospital La Luz en Madrid, asegura que se puede atajar el glaucoma “en la actualidad existen una gran variedad de técnicas diagnósticas que marcan el riesgo; un amplio catálogo de fármacos que se adaptan a casi cualquier circunstancia y soluciones quirúrgicas, incluidas las microválvulas, que permiten normalizar las condiciones que pueden llevar a la ceguera irreversible y hoy evitable”.

Según el oftalmólogo, es muy importante tener controlada la presión y tratarla cuando está fuera de los márgenes normales, porque si la presión está por encima de lo indicado, el nervio sufre y comienza a funcionar mal. “Al principio no se nota nada extraño, pero poco a poco se va cerrando el campo visual, se pierde visión periférica y algunas funciones, como la adaptación a entornos con iluminación deficitaria. Entonces aparece el glaucoma y ya es irreversible”, añade el doctor Donate.

En la actualidad existe un amplio catálogo de fármacos que se adaptan a casi cualquier circunstancia y soluciones quirúrgicas, incluidas las microválvulas

Se puede decir que el glaucoma es una enfermedad del nervio óptico y un factor importante para prevenir este daño es vigilar la presión intraocular por eso “si hay sospecha, o no, pero tenemos la precaución de controlar la presión ocular como una variable importante de nuestra salud, se puede evitar un gran porcentaje de casos de una enfermedad que no avisa cuando llega y cuando llega no se va” finaliza el doctor Juan Donate López.

El glaucoma puede afectar a personas de cualquier edad, incluso a bebés, sin embargo, los mayores de 60 años, los diabéticos, familiares de personas que padecen o han sufrido esta enfermedad e hipertensos oculares son grupos de mayor riesgo a padecerlo.

Y aunque todavía no se sabe con certeza todos los motivos por el que se produce el mal funcionamiento de este equilibrio en la presión intraocular. Si es necesario desterrar algunos mitos como la relación con el “exceso de lectura”, el trabajo con mala luz, el empleo de lentes de contacto,.. y un sin fin de frases sin un respaldo científico. La influencia genética es sin embargo, un dato fácilmente controlable y útil para la detección precoz y mejoría de la salud visual a largo plazo.