Llevamos más de dos meses confinados y esto empieza a hacerse un poco cuesta arriba. A muchos les está costando la convivencia en casa, no seguimos nuestras rutinas diarias habituales, no vemos la luz del sol como acostumbrábamos, no vamos en muchos casos a nuestro puesto de trabajo, ni siquiera sabemos qué va a pasar con nuestra situación laboral, y nos estresamos en esto del teletrabajo con niños en muchos casos. 

Aparte, hay mucha incertidumbre económica, tampoco quedamos con amigos, nuestros hijos no van al cole, y el tiempo para hacer deporte lo tenemos restringido. Todo ha cambiado de un día para otro, pero es que no queda más remedio. Todos somos humanos y obviamente esta situación de tanta incertidumbre y confinamiento nos está pasando factura en nuestra salud y estado de ánimo.  

Según destaca el especialista de la Unidad de Sueño de Quirónsalud Alicante y Torrevieja, el doctor Esteban de Vicente, como consecuencia del confinamiento y del estado de incertidumbre en el que vivimos durante este periodo de confinamiento se han agravado o surgido determinados trastornos del sueño, especialmente el insomnio y los despertares nocturnos, bastante frecuentes en algunas personas. 

Pasamos más tiempo frente a las pantallas, utilizamos más el móvil y el ordenador, que emiten luz azul, algo perjudicial para conciliar el sueño

Este experto añade que, además durante estos días, a los factores antes mencionados, debería añadirse que pasamos más tiempo frente a las pantallas, utilizamos más el móvil y el ordenador, que emiten luz azul, algo perjudicial para conciliar el sueño.

¿Cómo saber que padecemos de insomnio? La Sociedad Española del Sueño (SES) precisa que se trata de la incapacidad para iniciar el sueño, dificultad para mantenerlo, así como la presencia de despertares precoces donde no puedes volver a dormirte, aparte de presentar un sueño no reparador, de forma te levantas cansado.

Desde la Academia Americana del Sueño (AASM por sus siglas en inglés) subrayan que otro criterio para reconocer que se padece insomnio o despertares nocturnos sería que, sumado a lo anterior, las dificultades anteriores ocurren a pesar de la existencia de oportunidad para dormir y en circunstancias adecuadas para el sueño.

Además, De Vicente advierte de que se puede sospechar de que una persona no goza de un sueño reparador, si el paciente reporta al día siguiente uno de los siguientes problemas: Alteración en el humor o mayor irritabilidad; fatiga o malestar diurno; problemas de atención, de concentración o memoria; somnolencia diurna; propensión a errores; disfunción social, laboral o bajo desempeño en la escuela; reducción de la motivación, de la energía o de la iniciativa; tensión, dolores de cabeza o síntomas gastrointestinales.

“Puede llegar a alterar de manera preocupante la salud metabólica del individuo y predisponerlo a la diabetes hasta en un 40% de los casos, y si se acaba convirtiendo en crónico, aparte de provocar pérdidas de memoria, alteraciones del habla, dificultad para aprender, o la pérdida de capacidad creativa y de resolución de problemas”, sostiene.

Todos somos humanos y obviamente esta situación de tanta incertidumbre y confinamiento nos está pasando factura en nuestra salud y estado de ánimo

En esta línea, la AASM remarca que una cantidad adecuada de sueño saludable es esencial para ayudar a regular el estado de ánimo, mejorar la función del cerebro, y aumentar la energía y la productividad general. “Sin suficiente sueño nuestros cuerpos simplemente no pueden funcionar a su mejor nivel”, alerta con motivo de esta pandemia de COVID-19, donde la sociedad científica ha constatado los citados problemas de sueño.

Cómo afecta la falta de sueño a nuestra salud

Así coincide también la doctora Teresa Lluch, especialista de la Unidad del Sueño del Hospital Quirónsalud Murcia, quien lamenta que el insomnio y los despertares nocturnos frecuentes están afectando “de manera evidente” a la salud de las personas durante este confinamiento.

“El sueño tiene un efecto depurador de toxinas. Durante el día acumulamos sustancias procedentes de la propia actividad metabólica, como la ‘adenosina’, o de la actividad celular, como el ‘glutamato’ o el ‘beta-amiloide’, que son eliminadas durante el sueño. Como consecuencia a la falta de sueño se produce este acúmulo de sustancias en el cerebro, algo que impide su normal funcionamiento, y dificulta la claridad de ideas, altera el estado de ánimo, provoca irritabilidad, por ejemplo”, resalta la experta.

Es más, Lluch considera que el sueño es un reflejo de nuestra actividad diurna por lo que llevar una vida sana y saludable en cuanto a alimentación y ejercicio nos va a ayudar a tener una mejor calidad del sueño. “Depende de una vida organizada, con horarios regulares para dormir, y sobre todo evitar todo aquello que pueda activarnos en las horas previas a acostarnos como el ejercicio físico, disgustarnos, preocupaciones excesivas o tomar cualquier tipo de estimulantes, como el café o el tabaco”, remarca. 

Una cantidad adecuada de sueño saludable es esencial para ayudar a regular el estado de ánimo, mejorar la función del cerebro, y aumentar la energía y la productividad general

Sobre el empleo de las pastillas, la especialista en sueño advierte de que éstas sólo deben emplearse bajo prescripción médica, ya que por regla general “no son saludables y tienen contraindicaciones”, y lo idóneo es aprender a dormir por nosotros mismos y reforzar aquellas conductas que nos ayudan. 

Con todo ello, el experto del sueño de Quirónsalud Torrevieja y Alicante, el doctor De Vicente, aporta las siguientes medidas para una buena higiene del sueño durante el confinamiento:

1.- Establecer horarios regulares y rutinas incluyendo las de sueño en toda la población, y en especial en la que padece de trastornos de sueño.
2.- Como normal general, las siestas sólo deben de realizarlas quienes no padecen insomnio, y con una duración menor de 30 minutos.
3.- Realizar una exposición adecuada a la luz solar durante el día, especialmente en las primeras horas del día durante el paseo, o si no es posible en el balcón para sincronizar nuestro reloj biológico.
4.- No dormir durante el día salvo siestas, y no utilizar el dormitorio durante el día.
5.- Hacer ejercicio diariamente a primera hora del día, y nunca justo antes de acostarse.
6.- Limitar o evitar el uso de dispositivos móviles, especialmente en las horas previas al sueño, ya que estos nos alertan, estimulan y hacen que los descansos sean más pobres.
7.- Evitar pensamientos o noticias preocupantes en torno a la situación que estamos viviendo en las horas previas al sueño, y al menos 2 horas antes de acostarse.
8.- Realizar un ritual de relajación previo al sueño para favorecer su conciliación, y ayudar al descanso nocturno, como por ejemplo un baño caliente antes de acostarnos.