Gritó que se iba a inmolar con una bomba y que no moriría sólo

La locura no tiene por qué ser ilógica. Como decía Chesterton, loco no es el que ha perdido la razón sino al que sólo le queda la razón.

A lo mejor, alguien se ha acordado de esas palabras cuando la estación de Atocha -sí, las del 11-M, el mayor atentado terrorista en la historia de España- fue evacuada, durante la mañana del viernes, porque una persona, "de nacionalidad española y origen magrebí", empezó a dar gritos asegurando que se iba a inmolar -es decir, que se iba a suicidar y, de paso, matar a los prójimos-.

Detención del tren, huida de los pasajeros -y del susodicho, que al parecer era loco pero no tonto- hasta que fue detenido. En la mochila no llevaba una bomba: llevaba una chilaba y una botella de agua.

Eso sí, en políticamente correcto se nos informa que se trata de un loco y que, además, es 'de origen magrebí', es decir, un musulmán. Pero el ministro de Interior, Jorge Fernández, se ha apresurado a decir que nada tiene que ver con redes yihadistas. De acuerdo, pero era la locura de un presunto musulmán con una presunta bomba en la nada presunta estación de Atocha.

Porque la locura no es ilógica.

Por su interés, reproducimos el gran reportaje publicado en el diario La Razón, el viernes 2, bajo el título "Internet, la gran mezquita de la Yihad".

Mariano Tomás

mariano@hispanidad.com