La comunidad internacional no puede permanecer inmune ante el 'genocidio cristiano'. Desde el pasado 27 de marzo el Consejo de Naciones Unidas tiene en marcha un plan de acción para proteger a las minorías cristianas, pero hasta ahora no había hecho nada. Parece que ya desde este mes de septiembre se va a reunir para atajar el asunto. Por entonces, Ban Ki-moon, afirmó que "Los miembros de este Consejo -y todos aquellos con influencia- deben de ayudar a la gente de esta región a mantener su histórica diversidad cultural y dinamismo (…) Condeno en los términos más extremos toda forma de persecución o violación de los derechos a la vida y a la integridad física de individuos y comunidades basada en religión, etnia, nacionalidad, raza o cualquier otro motivo". Por otro lado, el Alto Comisionado para los Derechos Humanos, Zeid Ra'ad Hussein, declaró que el Estado Islámico era una "abominación". Y hasta el momento todo se ha quedado en agua de borrajas. Afortunadamente, la Fundación Novae Térrea considera que es el momento "de pasar de las palabras a los hechos". En esta línea, los líderes religiosos cristianos y musulmanes abordan desde hoy en Atenas cómo mejorar los derechos de ciudadanía de los cristianos y otros grupos religiosos y étnicos en Irak y Siria. Y es que la desaparición de los cristianos en Oriente Medio sería una catástrofe para la convivencia y para la región. Así las cosas, se ha lanzado una iniciativa mundial a través de CitizenGO, secundada de momento por más de 100.000 ciudadanos de más de 50 países, que pide que se elaboren, promuevan y sostengan medidas concretas y claras para defender y proteger a las minorías religiosas en Medio Oriente. Hasta ahora la extorsión es alarmante: se degüella a los niños, los menores aprenden a matar, se fuerzan deportaciones, se venden a las niñas como esclavas sexuales y se destruye el patrimonio cultural. Ya es hora de que la comunidad internacional no mire hacia otro lado. José Luis Panero joseluis@hispanidad.com