Se trata del décimo sacerdote asesinado en la República Democrática del Congo desde 1992El obispo de Goma, Théophile Kaboy, ha condenado con toda firmeza el asesinato de un sacerdote, cometido el 25 de febrero al este de la República Democrática del Congo, calificándolo de un «un acto repugnante, execrable y demoníaco».

Así se recoge en una comunicación a la Nunciatura Apostólica de la capital Kinshasa, a la que ha tenido acceso la Fundación Pontificia Internacional Ayuda a la Iglesia Necesitada. El párroco Jean-Paul Kakule, ecónomo de la comunidad de Mweso (diócesis de Goma) fue asesinado por un desconocido, con una metralleta, el 25 de febrero, cuando estaba cerrando las puertas de la iglesia, a última hora de la tarde.

El párroco Jean-Paul Kakule (33) era el hijo mayor de una gran familia cristiana procedente de Kivu norte. Fue ordenado sacerdote en 2003, en Goma; desde entonces había desarrollado su labor sacerdotal en la parroquia de Mweso. Según comenta el obispo, Jean Paul Kakule es el décimo sacerdote asesinado en la República Democrática del Congo desde 1992. Cinco religiosas de la congregación de San Vicente de Paúl han desaparecido desde 1996, sin que haya el menor rastro de ellas.

Lo que no se ha esclarecido es si el asesinato del sacerdote Jean Paul Kakule fue obra de un delincuente común o si se debe al odio religioso. En opinión del obispo de Goma, sin embargo, el mero hecho de la presencia de sacerdotes en la región de Mweso supone un serio trastorno para los delincuentes. Por esto, el Obispo supone que el asesinato del párroco Kakule fue un acto de venganza.

La parroquia católica ha cobrado prestigio —continúa diciendo— como institución que llama por su nombre a los delitos. Una y otra vez cometen terroristas masacres brutales entre los indefensos habitantes de los pueblos; cientos de miles de personas huyen.

Según indica Mons. Théophile Kaboy, la población del este de la República Democrática del Congo está presa de la inseguridad: «bandas criminales pueden cometer desmanes en la región, sin que nadie lo impida, pues la policía no está presente». Por ello, el Obispo apela a los responsables, a nivel nacional e internacional, para que se ocupen por fin de la justicia y la paz en la región.  

José Ángel Gutiérrez
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