Desde el 27 de septiembre de 2020 se libra una guerra entre Armenia (país cristiano) y Azerbaiyán (país musulmán), en la región de Nagorno-Karabaj. Tras la caída de la Unión Soviética, esta región quedó bajo soberanía de Azerbaiyán, hasta que en 1994 fue ocupada por las fuerzas militares armenias. Desde entonces, las autoridades de Armenia proclamaron el territorio como República de Artsaj, recuerda Aciprensa.

En la región de Nagorno-Karabaj vivía un importante número de armenios cristianos, hasta que el año pasado, Azerbaiyán, país de mayoría islámica y de cultura turca, inició una ofensiva para recuperar el enclave, con apoyo logístico de Turquía.

Tras el ataque de los musulmanes de Azerbaiyán, el pasado 9 de noviembre de 2020 se firmó un acuerdo con la influencia de Rusia y de Turquía, como informó Hispanidad.

El acuerdo se saldó con la entrega por parte de Armenia a Azerbaiyán de territorios en la región de Nagorno Karabaj, una zona en la que viven muchos cristianos y cuyos ciudadanos votaron en 2017 para llamarla República de Artsaj.

La negociación conllevó, por un lado, que Armenia renuncie a un tercio de un territorio que históricamente siempre ha sido suyo y, por el otro, premiar a Azerbaiyán por un ataque militar masivo, apoyado por Turquía.

Después de eso, como recogió también Hispanidad, en Nagorno Karabaj se produjo una persecución religiosa de los azerbaiyanos (musulmanes) contra los armenios (cristianos).

Además, actualmente, el conflicto sigue en curso. El ejército azerbaiyano ocupó amplias partes del este del territorio y el ejército armenio resiste en las zonas montañosas del interior, según informa Aciprensa.

En ese contexto, cientos de miles de personas que fueron víctimas de la violencia (de Azerbaiyán) se vieron obligadas a vivir como refugiados y hoy luchan por sobrevivir gracias a la caridad de la Iglesia Católica, recoge Aciprensa.

Cientos de miles de personas que fueron víctimas de la violencia (de Azerbaiyán) se vieron obligadas a vivir como refugiados y hoy luchan por sobrevivir gracias a la caridad de la Iglesia Católica

Hasta ahora más de cuatro mil soldados armenios han muerto, lo que representa casi toda una generación de hombres jóvenes. Además, según ACN, las ofensivas han dejado al menos unos 90.000 fallecidos e innumerables crímenes de guerra. Lamentablemente, la ofensiva (de Azerbayan) ha intensificado el “viejo conflicto y ha producido una catástrofe humanitaria”.

Según la fundación pontificia, desde el inicio de la guerra, “sólo unos 25.000 refugiados han podido regresar a sus hogares. El resto ha quedado atrapado en Armenia y lucha por sobrevivir y recuperarse”.

Miles de personas han perdido el trabajo, han sufrido los traumas de la guerra o incluso han muerto. A este problema se suma que la ayuda del gobierno para los refugiados en Artashat se ha terminado y muchas agencias de ayuda también se han retirado de la zona, señaló la fundación.

En medio de este contexto, la Iglesia “ayuda con apoyo espiritual y psicológico para superar los traumas”, pero también con ayuda material.

Concretamente, ACN cubre por 15 meses el costo “de un paquete de emergencia para 150 familias en la ciudad de Goris, en la provincia de Syunikh, cerca de la frontera con Nagorno Karabaj”. Esta ayuda incluye “vivienda, medios de subsistencia, atención psicológica y pastoral”.

ACN indicó que gracias a la solidaridad de los fieles, pueden atender a los mutilados de guerra, ayudarlos a instalarse en una vivienda adaptada a su tipo de discapacidad. Por ejemplo, “instalar un baño para no tener que atravesar el patio a temperaturas bajo cero”, indicó.

Mientras que a los que tienen familiares fallecidos que llevaban el sustento al hogar, la Iglesia los da herramientas y oportunidades para “ganarse la vida, ante el aumento del desempleo y de los precios en el país”; y “en la medida de lo posible”, los ayuda a encontrar trabajo.