En Brasil, el pasado viernes 15 de diciembre, el legislativo aprobó una reforma de los impuestos. Lo que en ese país se trata de una noticia importante, pues llevaban 30 años tratando de reformar el sistema fiscal (desde 1985).

Aunque aún falta parte de su tramitación parlamentaria para su aprobación final. 

No obstante, el actual presidente, el socialista y ultraizquierdista Luiz Inácio Lula da Silva se ha apuntado un tanto, pues este era uno de sus objetivos políticos. Pero cuidado, porque lo que esconde esta reforma es una subida de impuestos que le permita a Lula reducir el déficit aumentando, al mismo tiempo, el gasto público. La cuestión es, ¿por qué no reducir el déficit reduciendo, en primer lugar, el gasto público?

La principal característica de esta reforma tributaria es que entra en vigor el Impuesto de Valor Agregado (IVA) (equivalente al Impuesto de Valor Añadido, IVA, de España). 

La cuantía final del IVA brasileño oscilará entre el 25% y el 27%, uno de los más altos del mundo.

No obstante, este impuesto no afectará a los productos básicos de la cesta de la compra. Además, se aplicará una disminución del 60% en actividades esenciales como los servicios educativos, los sanitarios, los transportes de viajeros y a productos e insumos agropecuarios y producciones artísticas. 

Por otra parte, se crea una nueva carga fiscal para productos como el tabaco y el alcohol.

El redactor de la ley, el diputado Aguinaldo Ribeiro, dijo: «No sólo estamos simplificando, sino también eliminando la fiscalidad acumulada. También estamos aportando transparencia a nuestro país porque hoy los ciudadanos no saben cuántos impuestos pagan.»

Mientras que el ministro de Hacienda, Fernando Haddad, opinó: “Creo que hoy es un día importante para Brasil porque hace 40 años que se habla de una reforma tributaria”. En resumen, se trata de una subida de impuestos que los brasileños comenzarán a notar en 2024.