Hoy el mérito, está despreciado.
El valor, el ánimo no son alabados,
ya que iguales, debemos ser todos,
y al estudiar, no poner los codos.
Mal visto está, lo de memorizar,
y hay que ensalzar la mediocridad.
Si algún galardón recogimos,
no es por haberlo merecido;
es un don gracioso que recibimos,
y si no hay mérito, al que nos lo da,
hemos de estar por siempre agradecidos.
Y así esta nueva humanidad,
se llena de laxitud y egoísmo;
y muda en libertinaje, la libertad.
Ya que si no hay que hacer méritos
para alcanzar la perfección del cielo,
ni por sus méritos, nos elevó el alma
quien muriendo, salvó nuestros cuerpos:
¿por qué seguirle y cargar con su cruz,
si ese esfuerzo, no tiene mérito?