Grita, su mano la mesa golpea
con exteriorizada indignación;
y de fondo se oye su fuerte voz,
en una cinta de audio moderna.
 
¡No es por llamar a otro “maricón”!
¡Ni por trabajar con hombres, preferir!
Que es por una y otra vez mentir,
y negar que al Villarejo conoció.
 
Y como el listón de la decencia,
lo puso muy alto, quien la nombró;
al mentir, que es una cosa muy fea,
 
bajo la apariencia de dimisión
de su “paraíso” expulsada sea:
mentir solo puede, quien la nombró.