¡Ay, desgraciada humanidad!
Tú, que renegaste de tu creador,
al que la espalda le diste orgullosa,
creyéndote igual que Él, que te creó.
Que no apreciaste el don que te dio
y a él te asemeja, la libertad de elección.
Y así navegas sin rumbo, repitiendo
la historia, civilización, tras civilización.
 
¡Ay, degradada humanidad!
Que confundes la Caridad, con solidaridad,
el Amor, con la filantropía y el bienestar,
y no ves el camino de quien te creó.
Que para redimir la culpa de tu elección,
se hizo niño, hombre, y por ti murió;
elevándote a la dignidad que Adán perdió,
la de ser todos hermanos, hijos del mismo Dios.
 
¡Ay, fracasada humanidad!
Que derribas orgullosa las murallas,
y abres las puertas del protector redil,
olvidando que Abel, fue muerto por Caín.
Que envidia tu bondad y tu libertad,
que confundes la diversidad, con la igualdad.
Que aunque hermanos, la vida es desigual,
y que Miguel y Luzbel en lucha siempre estarán.
 
¡Ay, degradada humanidad!
Que ya no hay que derribar las murallas,
ni violentar puertas; pues el enemigo,
dentro del corazón de tu ciudad, ya está,
y a tu propia especie, vuelves a matar,
de forma más sofisticada, más artificial.
Que olvidaste que la bondad de la paloma,
con la astucia de la serpiente, hay que compensar.
 
¡Ay, engañada humanidad!
Que no te das cuenta de quién es tu enemigo,
que es aquel, que por envidia, te confundió,
y por ello, también, de su creador renegó.
Y seguirá persiguiendo, hacerte su esclava
con la mentira, generación tras generación.
Ahora llamada, pomposamente, pos verdad;
dejando de ser Hijo, entregándole tu libertad.