La ambición, fue quien colmó de ramas
su soberbia, convertida en un tronco,
que se vio más alto y superior a otros.
¡Oh dioses! Mejor negarle el poder,
o si por desgracia lo alcanza, ¡que sea corto!
 
Pues como el vino de la uva templada
de la viña o de la parra, se sube a la cabeza
de quien en demasía lo bebe y saborea;
así se subirá a la mente del que se sintió:
apartado, despreciado, creyéndose tronco.
 
Y dueño de las ramas y las hojas, y él su árbol,
les hizo llorar lágrimas, como si rocío fuera.
En esencia y en su fondo, así nace el tirano,
si por desgracia para una nación, un pueblo,
alcanza el poder tan perseguido y deseado.