Huele a jazmín, huele a naranja,
en este hermoso patio milenario;
y luce el sol de un invierno trasnochado.
Es la primavera, que se ha adelantado,
en este hermoso patio de los naranjos;
antesala de mi catedral-mezquita
dónde, de niño, tantas veces he rezado.
 
Ya no cuelga la cimitarra que pendía,
sobre la cabeza, de los cordobeses cristianos.
Y podrán seguir rezando en su catedral-mezquita,
que durante siglos, a ambas conservaron,
ya que Ismael e Isaac fueron hermanos.
 
Cayó la última Sultana, después de treinta y seis años,
los mismos que gobernó España,
quien en el Valle sigue enterrado.
La primavera, al invierno ha desplazado,
huele a jazmín y naranja, en el patio milenario.