Vuelan las aves carroñeras,
sobre la nación milenaria,
esperando que sea transformada,
en un perfecto cementerio,
de enterradas esperanzas.
Y se valen de los mismos:
que a una monarquía derribaron,
que la república que alumbraron,
ellos mismos destrozaron,
consiguiendo que se mataran los hermanos.
Y han vuelto al cabo de muchos años,
desenterrando la dictadura,
que con sus actos avivaron.
Volviendo a sembrar la división,
el odio, la envidia, la ambición,
después de muchos años de concordia,
de paz en los corazones,
de esperanzadas ilusiones.
Más aunque consigan enterrar,
en ese cementerio perfecto,
las esperanzas ilusionadas,
de una nación milenaria;
desaparecerán las aves carroñeras,
que de muerte y de carroña se alimentan,
que son cobardes, cuando frente se les hace.
Y volverán entonces, las enterradas esperanzas,
al ser esperanzas resucitadas.