- La "mafia clerical" que no quería ni a Juan Pablo II ni a Benedicto XVI.
- Al parecer, cardenales significados intentaron boicotear el ascenso al papado de Benedicto XVI porque suponía una barrera para la "modernización de la Iglesia". ¡Y olé!
- Lo mejor de sus eminencias progres es que, si no han pasado a mejor vida, están preparando el tránsito.
- A cada uno le podemos colocar el epitafio de la viuda.
- En cualquier caso, lo que concluya el Sínodo de la Familia no sirve para nada: lo que sirve es lo que concluya el Papa Francisco sobre las conclusiones del Sínodo.
Decíamos anteayer que la primera parte del
Sínodo de la Familia había entronizado el Kasperismo, es decir, ese cristianismo cómodo dispuesto a modernizar la Iglesia a costa de 'ponerlo fácil'. Una rebaja de exigencia, por decirlo así, centrado en una obsesión: crear la confusión necesaria para acabar legalizando el sacrilegio, es decir, recibir la eucaristía indignamente.
San Pablo, que es mucho más duro que yo, habla de tragarse la propia condenación al comulgar.
Y
decíamos ayer que si la segunda parte del Sínodo solo trata de salvar los trastos lanzados en la primera como, por ejemplo, "no tocar lo fundamental del matrimonio"…
quizás para este viaje no hacían falta estas alforjas. Parece escaso logro, ¿verdad?
Ahora bien, ¿por qué sucede todo esto? Porque las cosas nunca pasan porque sí. Y ahora que lo dicen… me he encontrado con una curiosa información, que nos habla de cardenales conjurados, ya en el cónclave de 2005, que eligió
Papa a Benedicto XVI, en manipular una elección o, al menos, en conseguir un golpe de timón para lograr (hermoso, muy hermoso)…
la modernización de la Iglesia.
Uno de los conjurados, según propia confesión, es el cardenal de Bruselas Godfried Danneels, quien no ha tenido ningún empacho (¡Estos jubilados no tienen filtro!) en confesar que había participado en una "mafia clerical", contra
Juan Pablo II y para evitar que su sucesor fuera
Benedicto XVI y, si hemos de creerle, para aupar al entonces cardenal
Jorge Bergoglio.
Otro hermoso concepto -este de 'mafia clerical'- que debemos desarrollar con calma. En el conciliábulo -todo sea por modernizar la Iglesia vetusta- estarían el fallecido
Carlo María Martini, Achille Silvestrini, los cardenales alemanes Walter Kaspers y Karl Lehman, el británico Basil Hume y el obispo holandés
Adriaan Van Luyn.
Y ahora repasen a Sandro Magister y su artículo dedicado a los invitados a participar en la segunda parte del Sínodo de la familia y encontrarán sabrosas coincidencias.
De cualquier forma, no se preocupen demasiado por las viejas glorias progresistas de la progresía clerical: la gran ventaja es que algunos ya han pasado a mejor vida y otros corren el riesgo de hacerlo en breve. A todos y a cada uno de ellos les colocaremos en su tumba el epitafio de la viuda: "
Recíbele Dios mío, con la misma alegría con la que yo te lo entrego".
En cualquier caso,
va a haber que hacer más caso a los chismes sobre el Sínodo, no vaya ser que el
Sínodo de la Familia se convierta en sínodo de la eucaristía y para mal. Es el camino que lleva, pero recuerden que lo que concluya el Sínodo no sirve para nada: lo que sirve es lo que concluya el
Papa Francisco sobre las conclusiones del Sínodo.
Eulogio López
eulogio@hispanidad.com