Insistimos: vergonzoso el linchamiento público de Rodrigo Rato, con el apoyo confeso de sus propios compañeros del Partido Popular, hoy en el Gobierno. Vergonzoso el linchamiento de La Sexta y Cuatro (dos de nuestros peores ciudadanos, estos chicos del Duopolio Mediaset-Planeta) sean cuales sean sus delitos. Después del Caso Rato, hablar de presunción de inocencia en España suena a escarnio.
Cuando toquen poder, todos los inclementes acosadores actuales de Rato se corromperán más que él. Empezando por Sánchez, Iglesias y Rivera
¿Y qué me dicen de los políticos? Del señor Montoro o del señor Guindos, que subieron en política gracias a Rato. Montoro se pone tieso y asegura que no es el momento de sentimientos personales, sino de aplicar la ley. ¿Y por qué había de ser incompatible lo uno con lo otro? Digo: los más canallas con Rato han sido sus propios compañeros del PP, con el apoyo de Rajoy y su número dos, Soraya Sáenz de Santamaría. La limpicísima Soraya ha logrado que todo el aznarismo, incluidos Rato y su actual jefe, el engañado Mariano, sean borrados del Mapa en una operación cainita a beneficio de la vicepresidenta, que es la única que gana con todo este embrollo. Rajoy, empeñado en ser jefe de la leal oposición y dedicar las tardes a ver Teledeporte y hacer sudokus, le basta con poder señalar a Rato como el culpable de su caída del Gobierno. Sólo Pujalte -quién lo diría, nadie lo esperaba- ha decido hacer gala de su amistad con el caído. Precisamente, Pujalte a quien tantos sabihondos del Gobierno desprecian por su poquedad. Poquedad política no sé, pero lealtad en la amistad… de eso Pujalte puede dar elecciones a todo el Ejecutivo, especialmente al señor presidente y a la señora vicepresidenta.
No soporto la caza del hombre. Si Rato ha defraudado que pague: no hace falta lapidarle ante las cámaras de TV
Miren ustedes: lo de Rato es la caza del hombre. Si Rato no pagó al Fisco que pague y con intereses. No hace falta que le insulten por los aeropuertos en presencia de las cámaras ni que antes de una muy secreta operación policial se avise a los fotógrafos y a las cámaras de La Sexta, supuesto enemigo de Gobierno, aunque canal amigo de Soraya. Podían haberle detenido sin tratarle como a una mezcla de terrorista y estafermo. Incluso se dio la circunstancia de que fue el juez quien evitó que pasara al calabozo. Todo ese linchamiento pudo haber sido evitado por Rajoy: no quiso hacerlo. Ahora ya sólo falta que el nuevo PP que quiere montar Rajoy -y que va a acabar en UCD, tabla rasa del pasado para ganar él, que no el Partido, las próximas elecciones generales- busque otro muñeco roto en José María Aznar, jefe del clan. Ya se sabe: hay que matar al padre. Mariano, ministro del presidente Aznar y del vicepresidente Rato (al vicepresidente Cascos ya se lo cargó). Aunque, sinceramente, empiezo a creer que Rajoy no quiere ganar las próximas elecciones. Y luego están las galerías de bisoños miserables de la política española, tan miserables como los veteranos de 'la Casta': Pedro Sánchez, Pablo Iglesias, Albert Rivera, Alberto Garzón, etc. Todos ellos se han ensañado con Rato: esto es, el PP, señores, los que utilizan el poder para enriquecerse mientras usted se muere de hambre por no votarme a mí. Desde luego el PP es eso y cosas peores, pero lo de estos inclementes aprendices no me vale. Todos los citados son recién llegados a la política y ninguno de ellos ha chupado el poder necesario para enriquecerse con la corrupción. Si por corrupción entendemos -y desgraciadamente es lo único que se entiende hoy en España- corrupción pecuniaria, entonces los citados no son corruptos porque no han tenido oportunidad de serlo. Es más, algunos, como Pablo Iglesias, ya se han corrompido en su poquedad, en lo poco que podían corromperse pero en la misma línea que Rato: no pagando al Fisco lo que se le debe. A medida que adquieran más poder, más posibilidades de corromperse.
A Rajoy ya sólo le falta linchar a su expresidente, Aznar. Ya lo ha hecho con sus dos exvices: Cascos y Rato
Hablo de corrupción pecuniaria. Es decir, de obtener poder para conseguir dinero. Es mucho más grave la corrupción inversa, la de buscar dinero para obtener poder. Pero hasta en las profundas investigaciones judiciales,  policiales y periodísticas, la mediocridad reina en España y tan sólo nos preocupa la corrupción prosaica de quien utiliza el poder político para forrarse. En cualquier caso, no se corrompe quien quiere sino quien puede. Y en las palabras graves de propios y extraños sobre Rato hay mucha hipocresía. No lo duden: Rato no es más corrupto que otros peperos y, si llegan al poder, los Pedro Sánchez, Pablo Iglesias o Albert Rivera se corromperán mucho más que el hoy fusilado Rato. Probablemente lo harán con corrupción a la anglosajona que consiste, como nos hemos cansado de repetir en Hispanidad, en legalizar la corrupción. Por ejemplo, en forma de especulación financiera o de fabricación de dinero, o de robo a la propiedad privada… a beneficio de los pobres, naturalmente. Eulogio López eulogio@hispanidad.com