• La obsesión anti-rusa resulta llamativa y se ha disparado con la guerra de Siria.
  • Tanta ha sido la manipulación mediática que, si hoy hiciéramos una encuesta, seguro que el político más aborrecido sería Putin.
  • El único con las ideas claras, dicho sea de paso.
  • Esa es la diferencia entre Putin y Obama. El primero es un líder duro, pero sabe quién es el enemigo.
  • El segundo es un líder progre, que solo lucha por mantenerse en el poder (no sólo en el cargo) durante el mayor tiempo posible.
  • En resumen, Putin cree en la verdad, Obama no.
La guerra de Siria terminará -y con ello se avanzará en la lucha contra el ISIS- cuando el señor Barack Obama (en la imagen junto a Putin), presidente de los Estados Unidos, se dé cuenta de que el enemigo es el fanatismo islámico y no aquellos árabes que, como Bashar Al-Asad, respetan la libertad religiosa de los cristianos, sean más o menos dictadores (¿es que existen alguna democracia digna de tal nombre en Oriente Próximo?). Pero Obama ha desarrollado en Occidente la antigua obsesión USA, siguiendo la estela de aquella película memorable: ¡Que vienen los rusos! Es Washington quien ha resucitado es la guerra fría, no Moscú. Veamos: Putin no es la madre Teresa. Es un líder inclemente que ha sido cruel en algunas ocasiones. Por ejemplo, en la represión del terrorismo. Pero mucho más cruel era el terrorista. Ahora bien, el presidente ruso tiene claro dónde está el bien y dónde está el mal. No es un relativista, como el progresista Obama, para quien nada es verdad ni nada es mentira, todo depende del color del cristal con que se mira. Es decir, que Putin creen en algo, Obama no cree en nada, salvo en cómo mantenerse en el poder que es mucho más que mantenerse en el cargo. Pero quien influye en Europa es Obama y no Putin y así, si hoy hiciéramos una encuesta en España, probablemente el hombre más odiado fuera el presidente ruso, por delante del califa Abu Bark Al-Baghdadi, el líder del Daesh, inspirador de todas las aberraciones actuales. No sólo tenemos manía a Vladimir sino a los rusos y a los rusos en general. Curioso también, porque Moscú se ha convertido en la vanguardia contra la tiranía oriental, ante el despiste europeo. Ojo, la tiranía oriental no es el Islam, es lo que está detrás de él, principalmente India y China, es decir, la tiranía del panteísmo. Y es curioso que en Occidente se considere a Rusia poco menos que un pueblo oriental, ligado tanto a los tártaros como al Islam. Es todo lo contrario: Rusia ha sido el pueblo cristiano que ha servido de frontera frente a Oriente aunque en su propia población abunden los tártaros y los musulmanes. Chesterton lo explicaba así, precisamente durante otro conflicto bélico, el de la I Guerra Mundial, cuando advertía que "Rusia es la única nación europea, que no ha ayudado nunca a la media luna contra la cruz". Es cierto que la revolución soviética expandió toda la miseria habida por el mundo, pero no el orientalismo, tan querido de este bobalicón Occidente, empleado en suicidarse. Eulogio López eulogio@hispanidad.com