• Artur Mas es un cínico tocapelotas pero en algo tiene razón: El Comité Antiviolencia aquí pinta poco.
  • Rajoy lleva tres años y medio como presidente del Gobierno… intentando que otros tomen las decisiones por él.
  • Las aficiones del Barça y del Athletic se distinguen por su cobardía, la cobardía de la masa.
  • ¡Qué desilusión con Andrés Iniesta!: confunde la libertad con la injuria.
Mi padre fue un emigrante castellano en Asturias. Trabajó durante un tiempo en la Cuenca Minera y los naturales de mi Asturias natal, le llamaban lo que llamaban a todo el mundo con insondable afecto: "¡Menudo hijoputa!". Mi padre se cabreaba, claro está, hasta que descubrió que los mineros no le respondían airados, sino asombrados: "Estos castellanos qué raros son. Les llamas hijoputa y se enfadan". Del señor Artur Mas podríamos decir algo parecido. No entiende que los españoles se enfaden porque en la final de la Copa del Rey, con el Monarca de cuerpo presente, retrasmitido a toda la nación, se pite el himno nacional por dos aficiones que, según los locutores lamepeñas de Cuatro, son aficiones dignas de todo elogio. No hombre no, los hinchas del Barça y del Athletic son dos aficiones muy cobardes, ensoberbecida la del Athletic, muy hipócrita la del Barça, dominadas por una minoría de cretinos ante los que la mayoría no se atreve a levantar la nariz. Muchos de ellos no silbarían el himno de todos los españoles, pero no se atreven a enfrentarse a los barbianes. Y entonces es cuando el presidente de la Generalitat catalana, Artur Mas asegura que Madrid no debe "hacer el ridículo" con la convocatoria del Comité antiviolencia. Aduce que a él mismo, todo un símbolo de un montón de cosas, le pitan de vez en cuando. Lo cual, resulta tan extraño como el cabreo de los castellanos en la cuenca minera. En algo tiene razón esta especie de Narciso Cínico en lo que se ha convertido Artur Mas. En efecto, una pitada al himno es un insulto que, como toda ofensa, puede generar violencia, pero esa violencia generada depende en buena parte del ofendido. En otras palabras, que es el Comité contra la violencia en el deporte lo que hay que convocar. Rajoy lleva toda la legislatura haciendo buena la anécdota real, con un amigo quien, siendo jefe de la oposición, le preguntó. -Oye Mariano, cuando tú seas presidente del Gobierno, ¿quién mandará en España? Mire usted señor Rajoy, podía usted haber forzado que el partido se suspendiera y se celebrara sin público o bien puede no hacer nada y decir que cuando llueve escampa. Lo que no puede hacer es refugiarse en el Comité antiviolencia. Lleva tres años escudándose en no sé cuántos mecanismos del llamado Estado de derecho, es decir, en la burocracia, para evitarse lo que más le molesta: tomar decisiones. Probablemente no haya que hacer nada respecto a los pitidos o probablemente se hiciera necesario dar un escarmiento. Lo que no hay que hacer es convocar al Comité antiviolencia. En este ambiente de impostura me ha sorprendido las palabras, previas al partido, de Andrés Iniesta, un jugador por el que siempre había sentido simpatía. Según él, hay que dejar que cada cual opine lo que quiera. Al parecer, el señor Iniesta no sabe distinguir entre libertad de expresión e insulto. Pero eso es lo que ocurre cuando la cobardía impera: nadie quiere meterse en líos. Es la Copa del Rey y la cobardía colectiva. Eulogio López eulogio@hispanidad.com