Obama: "La fuerza por sí sola, no acabará con el terrorismo". La democracia, por sí sola, tampoco
Es cierto que fue George Bush el que con la malhadada guerra de Irak disparó el terrorismo islámico en el mundo, hasta el punto de que muchos estamos convencidos de que Irak -y el mundo- viviría mejor con Sadam Husein. Lo que ocurre es que Obama (en la imagen), en teoría opuesto a la guerra de Irak por razones de táctica política, ha seguido la misma estela de Bush, sólo que en versión cobarde.
Bush invadió Irak y Obama -más progresista, ergo más cursi- lanzó la primavera árabe, con el terrible balance de cristofobia rampante en Irak, Siria, Libia, etc. Bush cometió la salvajada de aplastar con tropas de tierra al ejército de Sadam Husein. Obama ha cometido la salvajada mayor de bombardear desde el aire a los únicos líderes (dictadores, sí, como todos los musulmanes) que respetaban la primera de las libertades públicas: la libertad religiosa, sin la que no puede haber democracia.
De esta forma, Obama, el presidente desastre, más desastroso que Jimmy Carter, extendió una alfombra que ha llevado a los fundamentalistas al poder. Por ejemplo en Libia, que es la puerta de Europa.
Obama, Bush, tanto monta, monta tanto. Ahora, el presidente norteamericano, dispuesto a dar el coñazo en su segunda y última legislatura, pone la boca en forma de círculo y exhala: "La fuerza, por sí sola, no acabará con el terrorismo". Y eso es cierto, claro está. Por si sola la fuerza sólo acaba con las vidas humanas. Me preocupa más el añadido: "Se necesitan democracia, instituciones y libertades".
Otra cursilada progre… y falsa. La democracia, por sí sola, tampoco acabará con el terrorismo. Los terroristas no quieren democracia porque no creen en ella, como no creen en la libertad de los demás. Y las instituciones democráticas que reclama Obama para acabar con el terrorismo sólo sirven -esto también es muy progre- para encauzar la amenaza de la fiera reivindicativa que todos llevamos dentro. En otras palabras, quien propone la democracia como recurso último contra el desencanto no pretende ilusionar a la persona sino que se esté quietecita, sin dar guerra, ciudadanos sumisos que canalizan toda su rabia de forma 'institucional'. El sueño de todo tirano.
Este es el problema de los políticos, cuanto más poderosos, mayor problema. Piensan que con la acción pública se puede cambiar a las personas, cuando son las personas las que cambian la opinión pública. Mire usted, señor Obama, el poder político consiste, principalmente, en el uso de la fuerza, un privilegio que el ciudadano otorga al poder para que defienda al débil del fuerte. Usted, señor Obama, ha pretendido hacer de cura, de asesor moral de los musulmanes, y los musulmanes han aprovechado su pacifismo (o belicismo exclusivamente aéreo) para imponer su barbarie. Por ahora, tal metedura de pata no le ha afectado electoralmente porque no le ha afectado -como ocurriera en el 11-S- a los Estados Unidos, pero los fundamentalistas ya se han introducido en Europa y esperan hacerlo en Estados Unidos. Todo ello, a pesar de que Obama diga que "Estados Unidos no está en guerra contra el islam". Sí que lo está.
Es cierto que el terrorista es el que, al final de un proceso de pérdida de valores -principios- cristianos y hace su sustitución por el fanatismo musulmán o panteísta oriental. Insisto en que el panteísmo es filosofía mucho más peligrosa que el islam. Detrás de Afganistán y Paquistán está la India. Cuando despierte, y está despertando, el mundo temblará. El panteísmo es verdaderamente demoniaco.
En cualquier caso, a una idea se le vence con otra idea y a una mala cosmovisión con otra buena. Eso es cierto, no basta la fuerza bruta. Pero usted, señor Obama, carece de esa buena cosmovisión que oponer a los islámicos. El musulmán sólo ve que usted, prototipo de Occidente, no cree en nada, ni tan siquiera en la democracia que predica (además, la democracia es un sistema político formidable, pero no una cosmovisión que dé sentido a la vida. Es un medio, no un fin. Por ello, los musulmanes le están ganando al batalla. No la de los tanques, sino la de las ideas. Y con mera democracia usted no va a parte alguna, se lo aseguro.
En cualquier caso, tras el desastre de su primavera árabe, don Barack por fa, estése calladito.
Eulogio López