Mujeres desamoradas, degeneradas y desquiciadas
¿Por qué digo que la mujer empezó a degenerar con la píldora abortiva? Porque el ideal de servicio de la mujer alcanzaba su cénit con la maternidad. El niño no espera, necesita de su madre constantemente. En esos primeros años de la criatura, el padre puede ayudar pero la madre es fundamental.
Madre que con los sucesivos embarazos destrozaba su figura, no menos que la carrera laboral y otras aspiraciones mundanas. En otras palabras, daba su vida sirviendo a los demás en lugar de ser servida por los demás. La maternidad era el culmen de ese ideal de servicio. Y sin embargo… el feminismo, la cosa más estúpida inventada por el género humano durante la maternidad, ha definido que servir es servilismo, así, por el artículo 33, y ha generado la más estúpida batalla social: la de media humanidad contra la otra media. Al final, el proceso es muy sencillo: se trata de la degeneración de la mujer por falta de ese ideal de servicio, es decir, de entrega, es decir, de capacidad de amar. Estamos ante una mujer -lo digo con infinita congoja, que no con retranca- desamorada; por desamorada, degenerada; por degenerada, desquiciada e infeliz.
Y así nos va. No a las mujeres sino al conjunto de la humanidad. Sin la mujer, no hay manera de que el tinglado funcione. Obligar a la mujer a ser madre y trabajadora no es liberarla, sino destrozarla. Otra cosa sería que durante su edad fértil la sociedad abonara a la madre su utilísimo trabajo de criar y educar a las futuras generaciones. Un salario maternal que sería de justicia, claro está. Y luego, con los hijos ya criados, entrar en el mundo laboral… compensándole sus años perdidos en ese mundo. Eso sí, con salarios de subsistencia, en efecto, la mujer no puede quedarse en casa porque el hogar necesita dos sueldos… O más. Eulogio López eulogio@hispanidad.com