Ya está en marcha el Jubileo de la Divina Misericordia, decretado por el Papa Francisco que, obviamente, nos remonta a Santa Faustina Kowalska, la polaca (1903-1938) que 'inventó' la Divina Misericordia para nuestra era. Vivió 33 años pero sufrió todo tipo de enfermedades dolorosas y degenerativas. También la tuberculosis. En un momento en que se encontraba ingresada, esta mística canonizada, tuvo distintas visiones. En una de ellas pudo preguntarle a un ángel:

Hablamos de Misericordia Divina, no humana (estaríamos apañados) y todo esto se resume en cuatro palabras: Jesús en ti confío

-¿Me confesarás? A lo que el aludido respondió: -"Ningún espíritu en el Cielo tiene ese poder". La misericordia de Dios se resume en las cuatro palabras siguientes: "Jesús en ti confío" que figuran en la imagen de la Divina Misericordia, pintada según las instrucciones -más/menos- de Faustina Kowalska. Hablamos de Misericordia Divina, y de la muestra más grande de predilección del Creador por el hombre es el sacramento de la penitencia. El perdón de los pecados. Así que, para administrarlo, basta un cura al que, a lo mejor, le huele el aliento, pero a todo un espíritu celeste no se le concede ese 'poder'. Curiosa la forma que tenemos de despreciar el don de la confesión. Si hay un sacramento especialmente odiado por el hombre de hoy, aún más que el matrimonio, es el del perdón. Esperemos que obispos, presbíteros y fieles no retuerzan el sentido del año jubilar decretado por Francisco y envíen a la gente al confesionario (la gente por fuera, sus curas por dentro) y las garitas dejen de criar telarañas. Eulogio López eulogio@hispanidad.com