• ¿Eso significa que Europa debería acoger a los refugiados que huyen de la guerra? Sí, son gente que sufre.
  • Y no sólo a ellos, sino a cualquiera que quisiera transitar por el Viejo Continente.
  • A partir de ahí, comienzan las excepciones. Pero se trata de eso: de excepciones.
  • No obstante, lo anterior: la emigración es, de suyo, mala cosa.
  • Y el inmigrante está obligado a respetar al país de acogida e incluso mostrarse agradecido.

Es difícil, yo lo entiendo, condenadamente difícil, afrontar el drama de los refugiados sirios en Centroeuropa. Y lo es porque hace tiempo que perdimos las referencias básicas en materia de justicia y por eso caminamos todos hacia el manicomio. La canciller Angela Merkel (en la imagen junto a Rajoy), como buena alemana, nunca ha sido muy amiga de los refugiados. Sólo que ahora donde quieren ir los refugiados sirios y de países heridos por el zarpazo musulmán del Estado Islámico, es a Alemania. Y entonces como buena germana, la canciller empieza a decir… barbaridades. Asegura Merkel que hay que actuar con rapidez, la rapidez que no tuvo cuando la inmigración del hambre entraba a Europa por España. Dice que hay que acoger con rapidez a los refugiados con derecho a asilo y expulsar con idéntica celeridad a los que no son admitidos. He aquí la eficiencia germana: "bárbaros tecnológicamente avanzados", les llamaba Chesterton. ¿Quién decide quién tiene derecho o no? Vayamos a las fuentes. El creador del derecho internacional y de los derechos del hombre fue un burgalés llamado Francisco de Vitoria, una de las mentes más privilegiadas que hayan salido de esos reinos. Cuando el emperador Carlos V le pregunta si es justa la conquista de las Indias, Vitoria responde con algo que la amiga Merkel debería leer. Son sus famosos siete "justos títulos". No los desgranaré todos porque basta con la introducción de cada uno de ellos, que podemos resumir así: el derecho natural se basa en la libre circulación de personas. Sin libre circulación de personas no hay derecho natural. Por tanto, no hay derechos humanos. ¿Que por razones de seguridad o de miseria propia haya que poner coto, de forma temporal, a un flujo humano desbordante? Sí, pero entonces estamos hablando de excepciones: el principio de la libre circulación sigue en pie. Y pese al principio del maestro Vitoria, ¿sigue asegurando usted que la emigración es mala de suyo? Por supuesto. Quien emigra es porque no puede sobrevivir en su tierra de origen. Y encima se marchan los mejores o los que tienen fuerza para afrontar una emigración, o los que no tienen a nadie que dependa de ellos. Sí, la emigración es mala pero cerrar  fronteras es injusto. Y aún así, ¿asegura usted que el inmigrante también tiene sus deberes, el primero de ellos respetar el modo de vida del país que le acoge e incluso mostrarse agradecido? Sí. No es incompatible con lo anterior: es complementario. Europa, acoge a los refugiados sirios. Eulogio López eulogio@hispanidad.com