- Con el librito de Gallardo comenzó el cristófobo siglo XIX español.
- Un ilustrado y un iluminado son lo mismo: siempre acaban persiguiendo a Cristo y a los cristianos.
- Y ambos están unidos por el progresista grito de "arriba los curas y abajo las faldas".
- La libertad de expresión de Rita Maestre y demás mariachis progres consiste en ciscarse en los cristianos.
- Y sí: crea precedente.
Mientras los españoles iban venciendo a Napoleón se reunían en
Cádiz las Cortes que redactarían la Pepa. Muchos de los españoles más sensatos no estuvieron allí: andaban ocupados en vencer al hombre más poderoso del mundo. Quizá por ello, nos salió una
Constitución ilustrada y ya se sabe que tantas luces tiene un ilustrado como un iluminado, y ambos acaban persiguiendo, en nombre de la luz a los chicos de las tinieblas, que son cualquiera que no piense como ellos. Especialmente los
católicos. Quiero decir que la Pepa resultaba tan confesional como liberal. Los
masones estaban allí dirigiendo el cotarro y sabían que no conviene asustar a las masas. Puedes citar a Cristo y a la Iglesia todas las veces que quieras, puedes ser todo lo confesional que quieras que eso siempre será compatible con la
cristofobia.
Pues bien, la Constitución de Cádiz promueve
la libertad de imprenta y el primer grito de tan liberadora media es que
un tal Gallardo publica un libro, no ya irreverente, sino directamente blasfemo y obsesionado por herir, no los sentimientos, sino las convicciones de los católicos.
Se dio marcha atrás porque la fe cristiana, harta del asesino de Napoleón, el fruto más granado de la ilustración francesa y de la masonería de la ilustración, no estaba para muchas bromas, pero lo cierto es que ahí comenzó
un siglo XIX que se caracterizó por la desamortización cristiana y por un
progresismo que ya era lo que siempre fue:
abajo los curas y arriba las faldas.
Pero enseguida ocurrió lo que tenía que ocurrir: Gallardo salió de prisión jaleado como un héroe, mientras el juez que le metió en el trullo por injuriar a los católicos le sustituyó en la celda.
Situación muy parecida a la de ahora. El juez
Fernando Ferrín fue inhabilitado para defender a una niña que iba a ser adoptada por dos lesbianas. Y,
volviendo al caso que nos ocupa, el de la enseñatetas Rita Maestre profanando la capilla de la Universidad Complutense, al grito de "arderéis como en el 36", fue condenada por un juzgado penal pero
ahora es absuelta por un tribunal (Audiencia Provincial) que ha emitido la
sentencia más rocambolesca de la historia. Vamos que pueden ustedes ponerse a gritar en una iglesia católica, delante del Santísimo, enseñando las domingas u amenazando con repetir los asesinatos de católicos durante la Guerra civil, y conseguirán que encima les aplaudan los tribunales. Como Gallardo.
Eso sí, conviene recordar que en aquella capilla de la Complutense que asaltó doña Rita y cía, "estaba Nuestro Señor". Por tanto,
"los cristianos podemos perdonar, pero no pasar página", como afirma el abogado
Rafael López Diéguez, fundador y secretario general de Alternativa Española (AES).
Y claro, doña
Rita, que acudió a ver al cardenal Osoro muy compungida, asegurando que no lo volvería a hacer,
se chulea ahora de su sacrilegio y asegura que lo que se ha pretendido hacer con ella, pobriña, atenta contra la
libertad de expresión. Que consiste como en el caso de su antecesor Gallardo, en ciscarse en los cristianos.
Y todavía hay quien se preocupa de la corrupción política: preocúpense más bien por la
corrupción moral de los jueces y de la mala leche de los comecuras.
Eulogio López
eulogio@hispanidad.com