- Fainé, Goiri, Ron y Oliu coinciden: no a las fusiones.
- El único problema es la bolsa: los bancos están a precio de saldo.
- Y los dos grandes tampoco quieren saber nada.
- Además, están hartos del Banco Central Europeo y de los últimos estertores del BdE.
- Si quieren algún favor, por ejemplo con Abanca o con BMN, que compren ese favor.
- En paralelo, la rebelión contra el modelo regulatorio: más y más capital no conduce a nada.
- El buen sentido vuelve a imponerse en la banca tras la crisis.
El movimiento lo capitanean
Isidro Fainé, de Caixabank, y
José Ignacio Goirigolzarri, de Bankia, con el apoyo de los presidentes de Popular -el más señalado-, Ángel Ron, y Sabadell, Josep Oliu. Y los dos grandes,
Ana Botín y Francisco González, a su modo, también aplauden la situación porque están en otra historia.
No puede hablarse de una conspiración, sino de un consenso, que puede resultar mucho más peligroso. Además, la obsesión por acabar con los bancos pequeños y medianos,
y crear un oligopolio bancario en el mercado español -y en otros mercados- empieza a parecer ridículo a muchos banqueros. Fainé lo expresa así: "En España no sobra ningún banco". Por su parte, Goirigolzarri habla de cantidad, que no de calidad, y se apunta al bando de quienes, como Ana Botín, presidenta del
Santander, considera que un banco grande no tiene por qué ser mejor que uno pequeño. Es la tesis, también, de José María Roldán, presidente de la AEB, para quien la obsesión por aumentar el capital no termina en bancos más solventes y en más crédito, sino probablemente en lo contrario. Al menos, mientras no baje la morosidad y no repunten los tipos de interés (lo del Euribor en negativo es un poco de coña).
Total, que todos piensan que no les apetece nada fusionarse, por más que lo pretenden BCE y BdE, y que mientras el negocio de los márgenes siga sin ser negocio, lo que hay que hacer es rentabilizar oficinas y dispositivos móviles por otras vías. Sobre todo, por gestión de activos y venta de seguros y fondos.
Además, los banqueros están hartos del Banco Central Europeo (BCE) y de los últimos estertores normativos del Banco de España (BdE), que aún pretende mandar lo que le dejan desde Francfort y desde el Ministerio de Economía.
Ahora bien,
todas estas ideas, y esta oposición a las fusiones como medio, que significa que la cordura vuelve a la banca y a las mentes bancarias tras dos décadas de demencia, coincide con un factor que juega en dirección opuesta: el derrumbe de las cotizaciones bursátiles. Todo lo anterior está muy bien pero cuando el mayor banco del país, el Santander, ha reducido su valor a la mitad en un año, a cualquier fondo se le puede ocurrir lanzar un opa. No habrá negocio pero
el precio es de ganga y siempre se puede especular con lo comprado.
Eulogio López
eulogio@hispanidad.com