• Y así, la persecución contra los católicos se disparará.
  • Ha empezado en Oriente, pero llegará a Occidente.
  • Y no se conformarán con reducir al católico al silencio: la cristofobia quiere sangre.
  • En Occidente, habrá que prepararse para la defensa y para el martirio, sea éste silencioso y cotidiano o extraordinario y letal.
Un chiflado islámico al que hemos acogido entre nosotros, en concreto en  la población navarra de Fontellas, entra en una iglesia y quema la imagen de la Virgen. La policía dice que lo hizo por odio a la fe. Perdón, por motivos "estrictamente ideológicos de carácter religioso". O sea, por cristofobia. No sólo eso, se ha dedicado a perpetrar vandalismos parecidos en otra parroquia de la zona. En otras palabras, está demostrado que nuestro mahometano ha cometido un delito contra el derecho fundamental a la libertad de conciencia y los sentimientos religiosos. Pues bien, su señoría le ha condenado a no acercarse a iglesia católica a menos de 10 metros, a 11 sí que vale. Con pena tan rigurosa su Señoría consideraba que todo está en orden. Hasta a Rita Maestre, a pesar del miedo de los jueces a Podemos, se le condenó con algo más de dureza por la profanación de la capilla católica de la Universidad Complutense. Con esas condenas de risa, los cristófobos sabrán que profanar iglesias -también contra la Eucaristía que es el gran tesoro de las iglesias- les va a salir gratis. Mucho ojo, porque la persecución a los cristianos ha empezado en Oriente pero llegará a Occidente de inmediato. Y no hablo de la persecución del silencio, hablo de la persecución sangrienta. Así que habrá que prepararse para la defensa y para el martirio, sea éste silencioso y cotidiano o extraordinario y letal. Antes o después a todos se nos pedirá dar testimonio de nuestra fe. Eulogio López eulogio@hispanidad.com