Fiesta de la Divina Misericordia: prepararás al mundo para mi última venida
Un ministro español cambió de vida -y la anterior no resultaba muy edificante, pueden creerme- tras conocer la obra de la polaca Faustina Kowalska (1905-1938). Un relevante banquero español se re-convirtió tras leer el Diario de la Divina Misericordia, y ahora se ha trasformado en un propagandista de la polaca por los cinco continentes.
La influencia de esta religiosa de vida breve (muerta a los 33 años) y autora de una sola obra, amén de mujer de escasísima formación y mínimos estudios, es muy superior a la conocida… y aún más a la reconocida.
Es uno de esos casos en los que cabe distinguir claramente entre poder e influencia o, lo que es lo mismo, moda y tradición. Se suele traducir esta paradoja con la afirmación de que la susodicha -en este caso Faustina Kowalska- es un "desconocida para el gran público", lo cual, en la sociedad de la información puede resultar más falso que Judas. Puede que la susodicha Kowalska sea conocida, precisamente entre el gran púbico y sea desconocida entre los 'grandes del público', los pedantones creadores de opinión, es decir, entre los medios informativos.
Ya publicamos en Hispanidad un serial, que ahora reproducimos, sobre la doble figura, dos caras de una misma moneda, de Faustina Kowalska y Karol Wojtyla. En efecto, el arzobispo de Cracovia, el polaco Wojtyla, fue el gran defensor de su vecina Kowalska ante un Vaticano que prohibió su obra durante más de 30 años. Vamos, que los expertos vaticanos no se podían creer que Dios hablara a una semianalfabeta polaca y que ésta le sirviera de cronista para, al menos, dos re-descubrimientos (en la vida cristiana no puede hablarse de descubrimiento porque todo está inventado desde la Encarnación). Lo que mueve el mundo es el amor de Dios por el hombre y la Segunda Venida de Cristo está próxima. Sí, la canonizada Faustina estaba convencida de que la Segunda Venida de Cristo está próxima.
¿Y todo este tesoro de revelación tenía como protagonista a una don nadie y de un país don nadie? Mucho, ¿no?, pensaron en la Curia. Y no sin sinceridad en su asombro.
Sin embargo, Wojtyla consiguió que, pocos meses antes de ser nombrado Papa, el Vaticano recapacitara y se concediera el 'nihil obstat' a Kowalska y su obra. A partir de entonces, su modelo de vida -la vieja infancia espiritual, renovación del Sagrado Corazón de Jesús, etc.- en forma de abandono confiado en Cristo, se expande por el mundo y convence hasta a gente tan recalcitrante a las cosas de Dios como ministros y banqueros.
No sólo eso, una vez obtenido el plácet a la doctrina, Juan Pablo II no se queda ahí y acaba por elevar a Santa Faustina a línea directriz de su fructífero Pontificado. Su primera encíclica será Dives in Misericordia. Si leen este texto completo de 1980 descubrirán -algunos supongo que asombrados- que el mejor Papa Francisco -y tiene mucho bueno- está en Dives in misericordia. Y no es casualidad que Francisco haya abierto un año de la misericordia. El actual Papa argentino sabe dónde le aprieta el zapato a la Iglesia.
Desde la declaración del Dogma de la Asunción, sólo se había instaurado una fiesta litúrgica: ésta. Y para culminar el paralelo entre Kowalska y Wojtyla el Papa Juan Pablo II muere en la fiesta litúrgica (víspera vespertina) del domingo de la Divina Misericordia, un 2 de abril de 2005.
Toda la filosofía de Kowalska, que Cristo ofrece como remedio ante estos tiempos difíciles como ninguno, se resumen en esas cuatro palabras: "Jesús, en ti confío". Al tiempo, se pide a los sacerdotes que exhiban la imagen de la Divina Misericordia, especialmente el próximo domingo 12 de abril: pocos lo han cumplido. Supongo que se necesita tiempo para introducir toda una doctrina teológica y una nueva conmemoración. Pero ese es el problema: que queda poco tiempo.
Y es que la segunda idea de Kowalska también se resume en pocas palabras: "Prepararás al mundo para mi última venida" (punto 429 del Diario). Kowalska asegura que se hacía la tonta. ¿Preparar ella, una religiosa de bajos vuelos, responsable de cocina, jardín o portería, ni tan siquiera docente, la Segunda Venida de Cristo? Pero, confiesa, que "en esa lucha de amor" Dios ganó y ella tuvo que enarbolar bandera blanca. El resultado fue una de las más profundas obras teológicas a la que yo haya podido acceder, una de las mejores explicaciones de la existencia que, supongo, es el objetivo de todo libro y de toda obra artística. Faustina no es un Santo Tomás que reflexiona, es una mera trascriptora de una revelación profunda, consciente, eso sí, de que la sabiduría de los hombres en necedad ante Dios y de que Cristo emplea siempre los peores instrumentos para que se vea que la obra es suya. No se ha publicado un libro más profundo en el siglo XX que el Diario de la Divina Misericordia. Una obra que cualquier escritor hubiese repudiado en su forma. Pero para eso estaba uno de las mentes más preclaras del siglo XX, santo y sabio a la vez: un tal Karol Wojtyla, que captó la profundidad donde otros sólo veían lo más superficial.
Al final, queda el Magisterio: la oportunidad de empezar de nuevo, una vida nueva a partir del instrumento de la indulgencia plenaria (confesar, comulgar, rezar un credo y rezar por el Papa) y adherirse a cuatro palabras que resumen la conversión del hombre y su abandono en manos de Dios: "Jesús en ti confío".
Y si se animan a la lectura del Diario de Kowalska descubrirán que, sea cual sea su edad, sí puede haber un antes y un después. Esto es, que sí que puede darse una nueva vida.
Y hay una tercera enseñanza de la Divina Misericordia, fiesta que, no en vano, viene detrás del Domingo de Resurrección: el cristiano no tiene derecho a la tristeza ni a la depresión. Si realmente confía en Dios, la melancolía sencillamente no es posible.
Comienza una semana que puede no ser nada… o puede ser apasionante.
Eulogio López
eulogio@hispanidad.com